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GUERRA  CIVIL  II


            muchos,  despavoridos,  escapan.  Hecho  lo  cual,  nuestros
            caballeros regresan con Curión y le llevan algunos cautivos.


               XXXIX.              1  Curión había salido con todas sus fuerzas
            hacia la cuarta vela,1 dejando cinco cohortes de guarnición
            en  el  campamento.  Habiendo  caminado  seis  millas,2  se
            encuentra  con  sus  jinetes  y  se  entera  de  su hazaña;  pre­
            gunta  a  los  prisioneros  quién  está  al  frente  del  campa­
            mento  del  Bagrada.           2  Omite  interrogarlos  sobre  otras
            cosas  importantes,  con  el  afán  de  concluir  su camino s  y,
            mirando  a  los abanderados4  más  próximos,  les  dice:



                l Veis cómo coincide lo dicho por los cautivos con lo que
                aseguran los tránsfugas ? El rey está ausente, ha enviado
                fuerzas más bien exiguas, que no han podido ser iguales
                en  combate  con  unos  cuantos  caballeros.             3  Por  ello,
                í arrojaos  al  botín  y  a  la gloria, pues  ya  comenzamos  a
                preocuparnos  por  vuestra recompensa y  a pensar  en  el
                modo  de  daros  las  gracias!


            4  Por  sí  mismas  eran  grandes  las proezas  realizadas  por
            los  jinetes  solos,  sobre todo  cuando  un  reducido  número
            de  ellos  se  había  enfrentado  a  tan  enorme  multitud  de
            númidas.  Sin embargo, estas hazañas se  repetían  de modo
            exagerado,  porque  los  hombres proclaman  con  gusto  sus
            propias  alabanzas.5           5  Además,  exhibían  su  botín  y
            ostentaban  a  sus  prisioneros,  peones  o  jinetes,  de manera
            que el tiempo pasaba,  parecía que demoraba la victoria con
            estas  sus ventajas.         6  Y así,  la esperanza  de  Curión no
            se contraponía a los afanes de los soldados.6  Manda, pues,
            que lo sigan los caballeros, y por su parte acelera su camino
            para  poder  atacar  lo  mejor  posible,  a  sus  despavoridos
            contrincantes,  en  su  desbandada.7  Pero  los  hombres  de
            Curión, por haber hecho una jornada  de toda la noche,  no
            podían  seguirlo  y  se  detenían  aquí  y  allá.  Pero  ni  esta
            circunstancia  aplacaba  la  vehemencia  de  Curión.


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