Page 28 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


           operaciones  de  Cilicia.  A  su  regreso  a  Roma,  en  el  73,
           recupera  el  cargo  de  pontífice  de  Jove  de  que  Sila  lo
           había  también  despojado.  César  no  participa  en  la  san­

           guinaria  represión  de  Espartaco  por parte de  Craso,  pero
           en  72  se  adhiere  al  partido  popular  antigubernamental:
           colabora  en  la  lucha  por  la  restauración  de  la  potestad

           tribunicia,  que  Sila  había  abolido,  en  la  promulgación  de
           la  Ley  Cotta,  que  mandaba  integrar  los  tribunales  con
           tantos  equites  como  oligarcas,  y en la  Ley  Plautia,  que  el

           tribuno  de  ese  nombre  había  propuesto  para  amnistía  de
           los  antisilanos.

              César,  a  continuación,  penetra  en  el  cursus  honorum
           o  carrera  de  las  magistraturas:  la  gestión  de  cualquiera
           de  ellas  abría  vitaliciamente  las  puertas  del  senado.  En

           el  69,  se  presenta  candidato  a  la  cuestura  y  vence.  Este
           año,  mueren  su  tía  Julia  y  su  esposa  Cornelia  y,  en  los
           funerales,  él  hace  desfilar,  entre  las  efigies  de  sus  ante­

           pasados,  a  Mario,  dando  así  muestras  de  su  admiración
           por  su tío  y  de sus  intenciones  de seguir  su  ejemplo  pro­
           gresista.  En  seguida  se  prepara  para  desempeñar,  en  el
           68,  su  cargo en España.  Eran veinte  los  cuestores,  encar­

           gados  de  colaborar  con  los  gobernadores  en  materia  de
           finanza.  Su  destino  se  fija  por  sorteo  y  toca  en  suerte

           a  César  la  Hispania  Ulterior.  Tenía  a  la  sazón treinta  y
           tres  años,  y  poco  se  sabe  de  su  gestión  en  el  cargo,  del
           que  regresa  a  Roma  antes  de  finalizar  el  tiempo  de  su
           magistratura.

              En la capital,  seguía la turbulencia, y  sus  dos problemas

           a la  sazón  eran  los piratas y  el  incansable  Mitrídates.  Los
           oligarcas,  gastados  de  hombres  y  estrategas,  entregan  su
           salvación  en  manos  de  Pompeyo,  que  liquida  las  últimas



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