Page 29 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


           rebeldías  de  los númidas,  aplasta a los últimos  soldados de
           Mario, reprime definitivamente la revuelta de Lépido, lleva

          a cabo la pacificación de  España  y elimina  para siempre  a
           Sertorio.  A  su  regreso  a  Italia,  en  el  año  70,  se  postula
           con Craso como candidato al consulado;  ambos tienen éxito

           y  se  proyectan, en  coalición  de izquierda,  contra la  oligar­
           quía gubernamental,  hasta la promulgación  de la Ley  Ma­
           nilia, en  el 67,  que atribuyó a Pompeyo un comando extra­

           ordinario para resolver los  problemas de la piratería y  del
           desorden de Oriente.  Tres  meses  le  bastaron a  Cneo  para
           dar  por  concluido  el  primero  de  ambos  problemas,  divi­

           diendo  el  Mediterráneo  en  trece  sectores  y  aplastando  a
           los  piratas  en  su  último  refugio de la  Licia.  En  cuanto  al
           rey del  Ponto, Pompeyo le hizo pedazos su ejército, lo obli­
           gó  a  la  fuga  y  después  al  suicidio.  A  continuación  se

           dedicó  Cneo  a  dar  un  estatuto  al  Oriente  para  consolidar
           su pacificación.

              Entre  tanto,  en  el  65,  César  es  electo  edil-curul  y,
           al  gestionar  tal  cargo,  en  64,  exorna  el  foro,  el  comicio
           y  las  basílicas;  decora  también  el  Capitolio,  donde  hace

           restaurar  los trofeos  de  Mario,  abatidos  a  raíz  de la  vic­
           toria de  Sila:  el  senado no osa  remover aquellos emblemas

           sediciosos, que permanecieron donde estaban. Cultiva César,
           a  la  sazón,  la  amistad  de  Craso,  hábil  general  y,  a  la
           vez, el  hombre  más  rico  de  Roma:  se había vuelto  millo­

           nario  cuando  Sila  le  dio  la  contrata  de  la  concesión  de
           numerosas  minas  gubernamentales  y,  en  poco tiempo,  in-

           virtiendo  aquí  y  allá,  acrecentó  su  caudal  elevándolo  a
           ciento setenta millones de sestercios, suma equivalente a los

           réditos anuales  del  erario.  Craso no simpatizaba con  Pom­
           peyo cuya popularidad  envidiaba,  pero por  cálculo político



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