Page 291 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III


           —aunque César había  llevado sólo doce  barcos  de  guerra,
           de  los  cuales  cuatro  tenían  puente,  como  escolta  de  sus
           navios  de  transporte—  ni  Bíbulo,  con  sus  embarcaciones
           impreparadas  y  sus  remeros  dispersos,  pudieron  acudir  lo
           bastante a tiempo, pues primero  fue visto  César en  el  con­
           tinente que corriera el menor rumor  de su llegada a dichas
           regiones.


              VIII.       1  No  bien  desembarcados  los  soldados,  esa
           misma noche  son  regresados  los  navios  a  Brundisio,  para
           que  pudiesen  transportar  a  las  legiones  restantes  y  a  la
           caballería.1        2  Al  frente  de  dicho  menester,  se  encon­
           traba  el  legado  Fufio  Caleno,2  quien  había  de  aplicar
           rapidez  al  transporte  de  las  legiones. 3  Pero,  habiendo
           zarpado  las  naves  más  tarde  de  lo  oportuno  y  sin  poder
           utilizar  el  aura  nocturna,4  fracasaron  en  su  regreso.
           3  En  efecto,  Bíbulo,  enterado  en  Corcira  de la  llegada  de
           César  y  esperando  poder  dar  alcance  a  alguna  porción
           de  barcos  cargados,  encontró  a  los  vacíos  y,  hallando
           cerca  de  treinta,  desahogó  en  ellos  la  cólera  de  su  negli­
           gencia  y  de  su  despecho,  y  los  incendió  todos,  y  en  el
           mismo  fuego  envolvió  a  los  marineros  y  a  los  capitanes
           de  los  navios,  con  la  mira  de  aterrorizar  a  los  restantes
           por la enormidad del castigo. 5             4  Concluida esta proeza,
           cubrió  con  su  flota  todas  las  radas  y costas,  a  lo  largo  y
           a  lo  ancho,  desde  Sasón6  hasta  el  puerto  de  Orico,T
           estableciendo  vigilantes  con  el  mayor  esmero  y,  a  pesar

           del  rigurosísimo  invierno,  durmiendo  él  mismo  a  bordo,
           sin  desatender  ningún  trabajo  ni  ninguna  tarea,  y  sin
           esperar  ningún  refuerzo  para  el  caso  de  poder  tener  un
           enfrentamiento  con  César. 8



               IX.      1  Marco  Octavio,1  dejando  el  Ilírico,  con  las
           naves  liburnenses  que  comandaba,  llega  a  Salona. 2  Allí,
           agitando  a  los  dálmatas, 3  y  a  otros  bárbaros,  sustrae  a
            Issa4  de  su  adhesión  a  César.              2  y,  como  no  había
           logrado  impresionar  al  convento  cívico5  de  Salona,  ni


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