Page 297 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III


          de  congratularse  de  lo  que  resolviera  el  juicio  del  pueblo
          y  del  senado.  Y,  para  que  esto  pudiera  ser  aprobado  por
          Pompeyo,  él,  César,  había de  licenciar  sus  fuerzas  terres­
          tres  y  las  guarniciones  de  las  ciudades.. . 8


             XI.       1  Recibidas  estas  instrucciones,  Vibulio  no  con­
          sideró  menos  indispensable  el  enterar  a  Pompeyo  de  la
          repentina  llegada  de  César,  para  que  aquél  pudiera  re­
          flexionar  sobre  ésta,  antes  de  comenzar  a  reparar  en  los
          mensajes  mismos.1  Y  así,  continuando  noche  y  día  su
          camino  y  remudando  caballos  en  cada  ciudad  a  fin  de
          darse prisa, alcanzó a  Pompeyo  para  anunciarle que  César
          se  hallaba en  las  inmediaciones. 2            2  Pompeyo se  encon­
          traba en ese tiempo en  Candavia, 3  en  camino desde Mace­
          donia 4  hasta  sus  cuarteles  de  invierno  en  Apolonia5  y
          Dirraquio.  Pero,  perturbado  por  la  nueva  circunstancia,
          empezó  a  encaminarse  a  marchas  forzadas 6  a  Apolonia,
          a  fin  de que César no ocupara las comunidades  de la  orilla
          del mar.        3  Pero  César,  no bien desembarcados  sus sol­
          dados,  en ese  mismo  día marcha  hacia  Orico. 7  Habiendo
           llegado  a  tal  sitio  Lucio  Torcuato,8  que  por  orden  de
           Pompeyo mandaba esa  plaza y tenía en ella una  guarnición
           de  parthinos, 9  al  tratar  de  defenderla  clausurando  sus
           puertas,       4  cuando  ordenó  a  los  griegos  que  subieran
           a  la  muralla  y  tomaran  las  armas,  éstos  afirmaron  que
           no habrían de  pelear contra el  dominio  del pueblo  romano,
           e  inclusive,  los  vecinos  trataron  de  recibir  a  César,  y
           entonces,  sin  esperanza  de  ningún  refuerzo,  abrió  las
           puertas  y  se  entregó  a  César,  a  la  ciudad  y  a  sí  mismo,
           habiendo  sido  conservado  indemne  por  aquél.10


              XII.       1  Tomado  Orico,  César,  sin  mediar  tardanza
           alguna, marcha  hacia  Apolonia.  Habiendo  oído su llegada,
           Lucio  Estaberio,1  que  mandaba  en  esa  plaza,  comienza
           a  exigir  a  los  apoloniatas  que  acumulen  agua  en  la  ciu-
           dadela  y  la  abaluarten  y  le  entreguen  rehenes.               2  Pero
           éstos se niegan  a  suministrar  lo  que  se  les  pide,  a  cerrar



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