Page 301 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III

             XIV.        1  Caleno,1  habiendo embarcado  en  Brundisio
          las legiones  y  la  caballería,  según  César  se  lo  había  orde­
          nado,  conforme a  las  posibilidades  de  los  navios  con  que
          contaba  se  hace  a  la  mar  y,  habiéndose  alejado  un  poco
          del  puerto,  recibe  una  carta  de  César,  mediante  la  cual
          se  le  entera  de que  los  puertos y todo  el  litoral  contrario
          son controlados por las  flotas de los  adversarios.                 2  Sa­
          bido  lo  cual,  regresa  a  su  puerto  y  llama  a  él  a  todas
          las  naves.  Una  de  éstas,  que  prosiguió  su  marcha  y  no
          obedeció  a  la  orden  de  Caleno,  pues  iba  sin  soldados  y
          era  mandada  por gobernalle  privado, 2  se  acercó  a  Orico
          y  fue  capturada  por  Bíbulo;            3  quien somete  a  suplicio
          a  todos  los  esclavos  y  personas  libres,  inclusive  a  los
          impúberes,  y  masacra  hasta  al  último.  Así,  la  salvación
          del  ejército  entero  dependió  de  un  tiempo  minúsculo  y
          de  una  enorme  casualidad. 3



             XV.        1  Bíbulo,  según arriba queda  dicho,1  estaba en
          su  flota  frente a  Orico,  y  así  como  él  bloqueaba  a  César
          el  mar  y  los puertos,  éste  incomunicaba  a  aquél  del  terri­
          torio  entero  de  aquellas  comarcas.              2  En  efecto,  a  lo
          largo de  todo  el  litoral,  eran  controladas  por  César  guar­
          niciones  debidamente  establecidas,  y  no  confería  oportu­
          nidad ni para almacenar leña, ni para acopiar agua, ni para
          acercar  barcos  a  tierra.2            3  La  situación  se  resolvía
          en  una  gran  dificultad y  los  agobiaban  las  más  extremas
          urgencias  de las  cosas más necesarias,  al  grado  de  que  se
          veían  constreñidos  a  ir  a  proveerse,  tanto  de  los  demás
          víveres como de  leña y  agua  hasta  Corcira.                4  E  inclu­
          sive  llegó  un  momento  en  que,  obligados  por  el  pésimo
          tiempo,  se  vieron  compelidos  a  recoger  el  rocío  noctur­
          no  de  las  pieles  con  las  cuales  se  cubrían  las  naves.8
          5  Todas  las  cuales  dificultades  las  soportaban  con  ánimo
          sereno  y  pacientemente,  y  ni  siquiera  les  venía  al  pen­
          samiento  el  desguarnecer  los  litorales  ni  abandonar  los
          puertos.4        6  Pero  cuando  se  hallaban  en  las  dificul­
          tades a  que  me  he  referido,  y  habiéndose  reunido  Libón


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