Page 299 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III

           sus  puertas  a  un  cónsul2  y  a  adoptar  por  sí  mismos
           una  determinación  contra  lo  que . Italia  entera  y  el  pueblo
           romano  han  prescrito. 3          3  Conocida  su  resolución,  Es-
           taberio  escapa  a  hurtadillas  de  Apolonia.  Sus  habitantes
           envían  emisarios  a  César  y  le  reciben  en  su  ciudad.
           4  Los  imitan  los bilidenses, 4  los  amantinos 5  y  todas  las
           comunidades  confinantes,  así  como  el  Epiro6  entero,
           quienes, enviando delegados a César, prometen hacer lo que
           él  mande.


              XIII.          1  Ahora bien,  Pompeyo, enterado de los acon­
           tecimientos  que  se  habían  desarrollado  en  Orico  y  Apo­
           lonia,  temiendo  por  Dirraquio,  se  aproxima  a  éste,  cami­
           nando  de  día  y  de  noche,          2  mientras  se  afirmaba  que
           César  se  hallaba  cercano;  y  tal  fue  el  terror  que  sobre­
           cogió  a  su  ejército,  que,  en  su  apresuramiento  confundió
           la  noche  con  el  día,  sin  interrumpir  la  marcha,1  de  tal
           manera que todos sus soldados procedentes del Epiro deser­
           tan y muchos arrojan  las  armas  y la  marcha  resulta  seme­
           jante  a una  fuga. 2        3  Pero cuando  Pompeyo  se  detiene
           cerca  de  Dirraquio  y  ordena  preparar  un  campamento,
           del ejército aún aterrorizado surge el primero  Labieno 3  y
           jura  que  él  no  abandonará  a  Pompeyo  y  que  afrontará
           cualquier  eventualidad  que  la  fortuna  deparase  a  éste. 4
           4  Esto mismo juran los  demás  generales,  a los que  sigilen
           los tribunos  militares  y  los  centuriones,  y  el  mismo  jura­
           mento  rinde  todo  el  ejército.          5  César,  en  vista  de  que

           la  ruta  a Dirraquio  está  ya  ocupada, pone  fin  a  su  prisa D
           y  levanta  un  campamento  a  orillas  del  río  Apso, 6  en  los
           aledaños  de  los  apoloniatas,  de  modo  que,  con  fortines
           y puestos  de guardia, queden seguras las  comunidades que
           se  lo  tienen  bien  merecido,7  y  dispone  que  en  ese  sitio
           sean  esperadas  las  restantes legiones  de Italia 8  y  que  se
           inverne  bajo las  tiendas. 9          6  Lo  mismo  hizo  Pompeyo
           quien, habiendo  levantado  su campamento  en la  otra  orilla
           del  río Apso, conduce a dicho sitio todas  sus  fuerzas regu­

           lares  y  auxiliares.


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