Page 305 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III


           de  que,  mientras,  se pudiera  regresar  de  donde  Pompeyo
           estaba, sin que ningún enemigo pudiera perjudicar al otro.
           A  esto  agrega  algo  sobre  los motivos  de  la lucha  y  sobre
           sus  fuerzas  regulares  y  auxiliares.

              XVII.        1  Sobre  tales  futilidades,1  César  ni  estimó
           entonces  responder nada,  ni  consideramos ahora  que haya
           suficiente causa para comentarlo con el recuerdo.                    2  Cé­
           sar  pedía  que  se  permitiera enviar  sin peligro a  Pompeyo

           sus  mensajeros  y  que  sus  interlocutores  habrían  de  Com­
           prometerse  a  ello  o,  encargándose  de  los  delegados,  los
           debían de llevar  ellos mismos  hasta  aquél.               3  En  cuanto
           se refería a la tregua, las circunstancias de la guerra estaban
           repartidas de tal modo  que  la  flota del  enemigo bloqueaba
           a  las  naves  y  a  los  recursos  de  los  cesarianos,  mientras,
           por  su  parte,  él  les  tenía  bloqueada  el  agua  dulce  y  la
           tierra.      4  Si  ellos  aceptaban  suspender  su  bloqueo,
           él  suspendería  el  de  sus  guarniciones  marítimas;  si  aqué!
           se  mantenía,  él  también  mantendría  sus  posiciones.  No
           obstante,  se  podía  aún  así  tratar  de  un  arreglo,  sin  que
           aquellas  circunstancias  se  llevaran  a  cabo ni  dicho  asunto
            fuera  para  ellos  un  impedimento. 2             5  Libón  no  aceptó
           encargarse  de  los  representantes  de  César,  ni  defenderlos
            de  riesgo  alguno,  sino  que  declinó  en  Pompeyo  toda  la
            responsabilidad  del  asunto;  sólo  se  aferraba  a  una  cosa:
           procurar  el  armisticio  de manera  sumamente  vehemente. 8
           6  Y  cuando César comprendió que Libón había  elaborado
            su  alegato  solamente  a  causa  del  riesgo  del  momento  y
            con  el  objeto  de  evitar  la  inopia  sin  aportar  ninguna
            esperanza o condición  de paz, se  concentró  en  sus  futuros
            proyectos  de  guerra.


               XVIII.        1  Cuando  Bíbulo,  excluido  de  tierra  y  en­
            fermo  de  un  mal  cada  vez  más  grave,  provocado  por  el
            frío  y  el  trabajo,  no  pudo  curarse,  ni  quiso  deponer
            la  responsabilidad  que tenía encomendada, no logra sobre­
            ponerse a  la  dureza  de  su  enfermedad.1                2  Muerto  él,


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