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GUERRA CIVIL III
de que, mientras, se pudiera regresar de donde Pompeyo
estaba, sin que ningún enemigo pudiera perjudicar al otro.
A esto agrega algo sobre los motivos de la lucha y sobre
sus fuerzas regulares y auxiliares.
XVII. 1 Sobre tales futilidades,1 César ni estimó
entonces responder nada, ni consideramos ahora que haya
suficiente causa para comentarlo con el recuerdo. 2 Cé
sar pedía que se permitiera enviar sin peligro a Pompeyo
sus mensajeros y que sus interlocutores habrían de Com
prometerse a ello o, encargándose de los delegados, los
debían de llevar ellos mismos hasta aquél. 3 En cuanto
se refería a la tregua, las circunstancias de la guerra estaban
repartidas de tal modo que la flota del enemigo bloqueaba
a las naves y a los recursos de los cesarianos, mientras,
por su parte, él les tenía bloqueada el agua dulce y la
tierra. 4 Si ellos aceptaban suspender su bloqueo,
él suspendería el de sus guarniciones marítimas; si aqué!
se mantenía, él también mantendría sus posiciones. No
obstante, se podía aún así tratar de un arreglo, sin que
aquellas circunstancias se llevaran a cabo ni dicho asunto
fuera para ellos un impedimento. 2 5 Libón no aceptó
encargarse de los representantes de César, ni defenderlos
de riesgo alguno, sino que declinó en Pompeyo toda la
responsabilidad del asunto; sólo se aferraba a una cosa:
procurar el armisticio de manera sumamente vehemente. 8
6 Y cuando César comprendió que Libón había elaborado
su alegato solamente a causa del riesgo del momento y
con el objeto de evitar la inopia sin aportar ninguna
esperanza o condición de paz, se concentró en sus futuros
proyectos de guerra.
XVIII. 1 Cuando Bíbulo, excluido de tierra y en
fermo de un mal cada vez más grave, provocado por el
frío y el trabajo, no pudo curarse, ni quiso deponer
la responsabilidad que tenía encomendada, no logra sobre
ponerse a la dureza de su enfermedad.1 2 Muerto él,
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