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GUERRA  CIVIL  III


          mejante  maniobra,  pues  veía  a  César  tomar  un  camino
          opuesto a la región de  que se trataba,  creía que el  enemigo
          se  había  visto  impelido,  al  alejarse,  por  el  problema  del
          aprovisionamiento;  y  después,  enterado  de  la  verdad  por
          sus  exploradores,  al  día  siguiente  levanta  su  campamento,
          esperando poder  adelantársele  por  la  mayor  brevedad  del
          trayecto. 2       5  César, conjeturando que  ello habría de  ser
          así,  exhortando  a  sus  soldados  a  que  sobrellevaran  el  es­
          fuerzo con espíritu íntegro, interrumpiendo apenas  la mar­
          cha  durante  una  pequeña  parte  de  la  noche,  llegó  a  Di­
          rraquio  a  la  mañana  siguiente,3  cuando  a  lo  lejos  se
          distinguía  la vanguardia de  Pompeyo;  y  en ese  sitio  pone
          su  campamento.



             XLII.        1  Pompeyo,  relegado de Dirraquio,  cuya meta
          no  pudo  lograr,1  recurriendo  a  una  segunda  alternativa,
          construye  su  campamento  en un lugar  que  se llamaba  Pe­
          tra, 2  que  posee  una  rada  de  regular  dimensión  para  las
          naves  y  las  protege  de  ciertos  vientos.             2  Manda  que
          se  concentren  en ese lugar algunas  de sus  naves  de guerra
          y  que sean llevados ahí  el  trigo y  los víveres del  Asia y de
          todas  las  regiones  que controlaba.3              3  César,  compren­
          diendo  que  la  guerra  habría  de  prolongarse  demasiado,
          y  sin  esperanza  de  avituallamiento de  parte  de  Italia,  por
          aplicar  los  pompeyanos  tanta  diligencia  en  la  vigilancia
          de  todos  los  litorales  y porque  su  propia  flota,  mandada
          a  hacer durante el  invierno  en  Sicilia,  la  Galia y  la  Italia,
          se  demoraba,  manda  al  Epiro,  a  resolver  el  problema  del
          avituallamiento,  a  Quinto  Tilio4  y  al  legado  Lucio  Ca-
          nuleyo;  y  como  esas  Comarcas  resultaban  muy  lejanas,
          estableció  graneros  en  lugares  determinados,  e  impuso  a
          las  comunidades  de  las  inmediaciones  la  obligación  de
          acarrear  a  ellos  trigo.         4  Igualmente,  mandó  requisar
          el que  hubiese  en  Lisso, entre  los  parthinos  y  en todas las
          aldehuelas.        5  El trigo era sumamente escaso, en  primer
          lugar  porque  se  trataba  de  sitios  escabrosos  y  abruptos
          y  que  consumen  trigo  en  su  mayor  parte  traído  de  otras


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