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GUERRA  CIVIL  III

          de gran obstáculo en  su  retirada los trechos de empalizada
          que  aún  quedaban  levantados,  los  largos  palos  que  los
          enmarcaban  y las  fosas  tras  ellos  cavadas.               6  En  cam­
          bio,  los  nuestros,  que  se  habían  retirado  casi  sin  menos­
          cabo,  habiendo  matado  a  muchos  enemigos  y  habiendo
          perdido  apenas  a  cinco  de  los  suyos,  se  replegaron  del
          modo más tranquilo y  un  poco  más acá  del lugar  en  cues­
          tión 2  y,  apoderándose  de  otras  colinas,  lograron  fortifi­
          carse  en  ellas. 3


             XLVII.          1  Era  una  nueva  e  inusitada  táctica  bélica,
          tanto por  el gran  número  de retenes  y por  la amplitud  del
          espacio  y  la  multitud  de  fortificaciones,  cuanto  por  las
          demás  circunstancias.1            2  Pues  cualquiera  que  ha  tra­
          tado de cercar a otro, agrede  a  enemigos postrados y exte­
          nuados  y  los  ha  cercado  después  de  vencerlos  en  batalla
          o de agobiarlos con cualquiera otra catástrofe, siendo  supe­
          riores  en  el  número  de  la  infantería  y  caballería;  y  el
          motivo del  cerco  suele  ser  casi  siempre impedir  el  avitua­
          llamiento de los adversarios.              3  En cambio,  a  la  sazón,
          César trataba  de bloquear,  con un número inferior  de sol­
          dados,  a  fuerzas  íntegras  e  ilesas, cuando  éstas  rebosaban
          en  la  abundancia  de  todo  recurso,  porque  todos  los  días
          acudía  de  todas  partes  un  gran  número  de  naves  que
          transportaban el  aprovisionamiento y ningún  viento  podía
          soplar  que  no  implicase  el  tener  un  viaje  seguro  de  una
          u  otra  parte.       4  Y  el  sitiador,  por  su  parte,  habiendo
          consumido  todo  su  trigo,  a  lo  ancho  y  a  lo  largo  del
          terreno,  vegetaba  en  la  mayor  carestía.             5  No  obstante,
          los  soldados  soportaban  esto  con  singular  paciencia;  por­
          que  recordaban que  el  año anterior,  en  Hispania,  después
          de  resistir  con semejante esfuerzo y perseverancia, habían
          concluido  una  de  las  mayores  guerras; 2  evocaban  que,
          soportando  en  Alesia 3  la  más  dura  inopia,  y otra  mucho
          mayor  en  Avarico, 4  habían  salido  triunfantes  de  las  na­
          ciones más  poderosas.            6  Cuando se  les  repartía  cebada
          o  legumbres, no  las desechaban;  pero  el  carnero,  del  que


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