Page 367 - Guerra civil
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GUERRA CIVIL III
arqueros rodeándonos por todos lados. 7 En cambio,
contra el lanzamiento de piedras, que eran la única arma
de los nuestros, el enemigo estaba protegido por los zarzos
con que se cubría los yelmos. Y así, mientras los nuestros
eran apremiados en todas las formas y apenas podían
resistir, los contrarios se percataron de la falla de defensa
de que hemos hablado5 y ,. entre las dos estacadas por
donde la obra no había concluido, desembarcaron de sus
naves por el lado del mar, asaltaron la parte de atrás de
los nuestros y, arrojándolos de las dos fortificaciones, les
hicieron volver las espaldas.
LXIV. 1 Notificado de este desastre, Marcelino
manda del campamento, en auxilio de nuestros derrotados,
sus cohortes que, viendo a los que huían, ni pudieron
detenerlos con su llegada, ni ellas mismas sostuvieron el
asalto de los enemigos. 2 Y así, cualquier refuerzo
que se añadía se contaminaba del terror de los que huían
y el peligro, así, aumentaba. 3 En ese combate, ha
biendo sido aquejado por una grave herida cierto porta
estandarte, y abandonándolo las fuerzas, al ver a nuestros
caballeros dijo:
Esta águila la defendí vivo durante muchos años con
gran ahínco, y ahora, al morir, con lealtad igual la resti
tuyo a César. No queráis, os lo suplico, permitir lo que
hasta ahora no ha acontecido en el ejército de César:
que se admita una ignominia en nuestro honor militar,
y llevadla incólume hasta él.
4 Por esta casualidad se conservó aquella águila, a pesar
de haber muerto todos los centuriones de la primera cohor
te, excepto el princeps prior. 1
LXV. 1 Ya los pompeyanos, en medio de una
cruenta masacre de los nuestros, se acercaban al campa
mento de Marcelino, sobrecogiendo, con no poco terror,
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