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GUERRA CIVIL III
a las cohortes que en él habían quedado, y ya se
veía a Marco Antonio, comandante del bastión más cer
cano, a quien ya se había hecho saber la situación, bajar
con doce cohortes 1 de su posición elevada. Su llegada
detuvo a los pompeyanos y reconfortó a los nuestros, quie
nes se repusieron de su tremendo pánico. 2 No mucho
después César, merced a la señal de humo hecha de ba
luarte en baluarte, 2 según era la costumbre en tiempos
anteriores, tomando algunas cohortes de los diversos bas
tiones, llegó al mismo punto. 3 El cual, percatándose
de la catástrofe, al advertir que Pompeyo, liberado ya del
cerco, había construido su campamento junto al mar, con
el objeto de poder forrajear libremente, sin tener, por
ello, menor acceso a sus naves, cambiando el sistema de
su estrategia, ya que no había conseguido su propósito,
mandó construir un campamento junto al de Pompeyo.
LXVI. 1 Concluida esta fortificación, fue advertido,
por los rondines de César, que detrás de un bosque ciertas
cohortes, que parecían corresponder a una legión,1 eran
llevadas a un antiguo campamento. 2 La posición de
dicho campamento era la siguiente: en días anteriores la
novena legión de César, cuando se enfrentaba a las fuer
zas y obras de las huestes pompeyas, según lo deja
mos dicho,2 para circunvalarlos, construyó en ese lugar
un campamento. 3 Este campo lindaba con un bosque y
no distaba del mar más allá de trescientos pasos. 3 4 Des
pués, cambiando de parecer por ciertas causas,4 César
se trasladó a otro campamento un poco más allá de ese
sitio y, pasados algunos días, Pompeyo había ocupado el
anterior y, como iba a alojar en él más legiones, dejando
la palizada interior, le agregó una mayor. 5 Así, la
parte menor incluida en la mayor, cobraba la condición
de un bastión y de una fortaleza. 6 A la vez, desde
el ángulo izquierdo del campamento, había llevado una
fortificación hasta el río,5 de cerca de cuatrocientos pa
sos, 6 a fin de que más a sus anchas y sin riesgo alguno
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