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GUERRA  CIVIL  III


           los  soldados  se  proveyesen  de  agua.              7  Pero  el  mismo
           Pompeyo también, cambiando de arbitrio,  por ciertas  cau­
           sas  que  no  es  necesario  recordar,  se  había  retirado  de
           aquel  lugar.  Así  permaneció  durante  muchos días  el  cam­
           pamento,  y  todas  sus  fortificaciones  estaban  íntegras.


              LXVII.          1  Los  exploradores  de  César le  anunciaron
           que  las  insignias  de  la  legión  habían  sido  movilizadas.1
           Esto  lo  confirmaron  por  haberlo  visto  desde  ciertos  bas­
           tiones superiores. Este  sitio distaba  del nuevo campamento
           de  Pompeyo  cerca  de  quinientos  pasos. 2              2  César,  espe­
           rando  sorprender  a  esta  legión  y  deseando  resarcir  el
           desastre  de aquel  día,  dejó  dos cohortes  en las  obras,  que
           ofreciesen  un  simulacro  de  trabajos  de  fortificación.3
           3  Él  mismo,  por un camino  indirecto,  lo más  ocultamente
           que pudo,  condujo  a las  restantes  cohortes,  en  número  de
           treinta  y  tres  —entre  las  cuales  estaba  la  legión  novena

           con  muchos  centuriones  perdidos y  con  la cantidad  de  sus
           soldados  disminuida—,  hasta  la  legión  de  Pompeyo,  y  las
           formó  en  doble  escuadra. 4            4  Y  no  se  equivocó  en  su
           primera  opinión,  pues  llegó  antes de  que  Pompeyo  lo  dis-
           cubriese,  por una  parte,  y  por  la  otra,  aunque  las  fortifi­
           caciones  del  campamento  eran  grandes,  no  obstante,  con
           el  ala  izquierda,  donde  él  estaba,  llegándose  rápidamente,
           desalojó  a  los  pompeyanos  de  la  trinchera.                  5  Había
           de  por  medio  una  puerta  ericia. 5  Aquí  se  combatió  por
           breve  momento  cuando  los  nuestros  trataron  de  penetrar
           y  ellos  de  defender  al  campamento,  y  más  encarnizada­
           mente  Tito  Puleión 6  —cuyos  actos  de  traición  contra  el

           ejército  de  Cayo  Antonio  ya  dejamos  citados—, 7  que
           luchaba  en  aquel  sitio.           6  Sin  embargo,  los  nuestros
           vencieron  por  su  valor y,  hecha  pedazos  la  puerta  ericia,
           primero  irrumpieron  en  el  campamento  mayor  y  después
           en  el  baluarte que  se  hallaba  dentro de  aquél y a  donde  se
           había retirado la legión desbaratada;  algunos  que  se empe­
           ñaron  en  seguir  luchando  fueron  liquidados.



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