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GUERRA  CIVIL  III


          César  se colocase  en  sitio  desfavorable.              2  César,  esti­
          mando que  de  ningún  modo  podía  atraer  a  Pompeyo  a  la
          batalla,  consideró  que,  para  él,  la  modalidad  más  fácil
          de  táctica  consistía  en  cambiar  de  sitio  y  estar  siempre  en
          marcha,  esperando  así  que,  al  mudar  de  campamento  y
          yendo  por  muchos  lugares,  resolvería  más  fácilmente  la
          cuestión del  suministro  y,  al mismo tiempo,  podría  encon­
          trar,  sobre  la marcha, una  oportunidad  de  entrar  en  com­
          bate, y  fatigaría,  con  sus  movimientos  diarios,  al  ejército
          de  Pompeyo,  deshabituado  al  trabajo.               3  Resuelto  esto
          y ya  dada  la  señal  de  marcha  y  levantandas  las  tiendas,
          se  advirtió  que,  poco  antes,  contra  su  diaria  rutina,  la
          hueste de Pompeyo había sido desplegada a cierta distancia
          de  sus  empalizadas,  de  modo  que  parecía  querer  pelear
          en  una  posición  no  desfavorable.                4  Entonces  César
          dijo a los suyos, cuando ya el ejército estaba en las puertas:
          “debemos  dejar a  un lado,  por  ahora,  la marcha  y  pensar
          en  el  combate,  como  siempre  lo  pedimos.  Tengamos  el
          ánimo  preparado  a  la  lucha;  despuésj  no  encontraremos
          fácilmente una  ocasión  semejante”.  Y  al  punto sacó  a  sus
          tropas,  desembarazadas  de  su  impedimenta.


             LXXXVI.            1  También Pompeyo,  según  se  supo  des­
          pués, por exhortación de todos los suyos había determinado
          combatir  en  batalla  formal.  En  efecto,  también  él,  días
          antes  en  una  reunión  de  estado  mayor,  había  dicho
          que,  antes  de  que  chocaran  ambos  ejércitos,  habría  de
          acontecer  que  César  sería  deshecho.               2  Entonces,  ante
          la expectación de muchos,  dijo:


              Sé que estoy prometiendo  algo  increíble,  pero escuchad
             la  razón  de  mi  pensamiento,  para que os presentéis con
             ánimo más sereno a combate.                3  Persuadí1  a nuestra
             caballería  —y ella  me  aseguró  que  así  procedería—  de
             que, cuando estuviera ya próxima a  César, atacaría, por
             el  ala  derecha,  su  lado  descubierto,2  y,  una  vez  en­
             vuelta la tropa  por la espalda, destruiría al  desordenado


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