Page 399 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  III


             ejército  enemigo,  antes  de  que  fuese  arrojado  por  los
             nuestros un solo proyectil.            4  Así, sin riesgo de nues­
             tras legiones y casi sin herida, concluiremos esta guerra.
             Ello  nó es, por cierto, difícil:  tanto  prevalecemos  en  la
             caballería.
             Mandó,  a la vez,  que tuvieran el  ánimo  dispuesto en los
          días  sucesivos  y  que,  ya  que  se  presentaba  la  ocasión  de
          combatir,  como  constantemente  lo  habían estado  pidiendo,
          no  traicionaran  la  esperanza  del propio  Pompeyo ni  la  de
          los  demás  combatientes.



             LXXXVII.            1  Luego  entró Labieno en turno y, des­
          preciando las  fuerzas de César,  emitió los más altos elogios
          al  plan  de  Pompeyo:


             No  creas,  Pompeyo —dijo— que  es  ése el  ejército  que
             sometió  a  la  Galia  y  a  la  Germania.           2  Yo  me  hallé
             en  todos esos combates y  no  estoy  hablando  temeraria­
             mente  de  algo  que  desconozco.  Una  parte  muy  exigua
             de  aquel  ejército  sobrevive;  su  mayor  parte  pereció,
             según  era  necesario  después  de  tantas  batallas;  a  mu­
             chos los ha consumido la peste otoñal de Italia,1  muchos
             otros volvieron a sus hogares y muchos han permanecido
             en  la  península.         3  ¿No  oísteis,  acaso,  que  se  han
             organizado  en  Brundisio  cohortes  con  aquellos  que,  a
             causa  de  la  enfermedad,  allí  permanecieron?                 4  Las
             tropas  esas  que  veis  han  sido  reclutadas  por  levas,  en
             estos últimos años,  en  la  Galia  Citerior 2  y  muchas  de
             ellas  provienen  de  las  colonias  transpadanas.8  Y  en
             verdad que lo poco que quedaba de sólido pereció en los
             dos  combates  de  Dirraquio. 4


            5       Dicho  esto,  juró  que  no  habría  de  volver  al  cam­
         pamento  sino  vencedor,  y  exhortó  a  los  demás  a  hacer
         lo  mismo.        6  Encareciéndolo,  Pompeyo  juró  lo  mismo,
         y  no  hubo  entre  los  restantes  uno  solo  que  dudara  en
         formular idéntico juramento.               7  Después de consumarse



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