Page 419 - Guerra civil
P. 419

GUERRA  CIVIL  III


           rias, y las llamas, prendiendo en una y otra ala  de nuestra
           armada,  quemaron  cinco  navios.               5  Como  el  fuego, por
           la magnitud del viento,  creciera extensamente, los soldados
           de viejas legiones que, en calidad de enfermos, habían sido
           apostados allí para la  defensa  de  las  naves,  no soportaron
           su humillación,         6  sino que,  espontáneamente, se embar­
           caron en los navios, levaron anclas y,  efectuando un asalto
          a  la  flota  casiana,  capturaron  dos  quinquerremes,  en  uno
           de los cuales estaba Casio,  pero éste, recogido por una lan­
           cha,  logró  huir;  además,  fueron  aprehendidos  dos  trirre­
           mes.      7  Y  no  mucho  tiempo  después  se supo  la  batalla
           consumada en Tesalia, de modo tan inequívoco, que fue una
          certeza para  los  mismos pompeyanos, pues  hasta  entonces
          habían  considerado  su  anuncio  una  mentira  de  los  men­
           sajeros  y  amigos  de  César.  Y,  enterado  de  tales  circuns­
          tancias,  Casio  se alejó  de esos  sitios  con su  flota.


              CII.      1  César,  haciendo  a  un  lado  todos  los  demás
          asuntos,  consideró que  debía perseguir  a  Pompeyo a cual­
           quier parte a que, en su fuga, se retirase, para que no fuera
          a  ser  que  éste  reuniera nuevas  fuerzas  y  pudiera  renovar
           la  guerra,  y  así,  toda  la  jornada  que  su  caballería  podía
          avanzar  en  un  día,  la  realizó  y  mandó  que  una  legión 1
          lo  siguiera  a  marchas  forzadas.              2  Se  había  publicado
           en Anf ípolis 2  un edicto a nombre de Pompeyo, disponien­
           do que todos  los  jóvenes de  dicha  provincia,  así  como  los
           griegos  y  los  ciudadanos  romanos,8  debían  concurrir  a
           prestar juramento. 4           3  Pero  Pompeyo había  dictado  tal
           edicto,  más  bien  para  desviar  sospechas  a  fin  de  ocultar
           por  el  tiempo  más  largo  posible  su  resolución  de  huir,  o
          acaso, sin ser apremiado por nadie, para tratar de organizar
           nuevas levas  en la  Mecedonia,  proyectos que no  se podían
           conjeturar.        4  Él  mismo  permaneció  a bordo una  noche
           y,  llamando  a  sí  a  sus  amigos  de  Anfípolis,  después  de
           sacarles  dinero para  sus  gastos  más  indispensables,  ente­
           rado  de que César se aproximaba, dejó  dicho sitio y pocos
           días  después  fondeó  en  Mitilene.6              5  Allí  fue  retenido


                                                164
   414   415   416   417   418   419   420   421   422   423   424