Page 52 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


          tara,  sin  precedente  alguno,  quince días  de  supplicationes
          a los  dioses  en  su nombre.  Pero  el  procónsul había dejado
          en  Roma  a  Publio  Clodio,  con  dos  encargos:  mantener

           intacta,  contra  los patres, la fuerza  del  triunvirato, e impe­
           dir que los triunviros que habían permanecido en la capital
           emplearan  dicha  fuerza,  en  su  ausencia,  para  debilitarlo:
           Clodio  contribuyó  eficazmente  al  logro  de  ambos  propó­

           sitos.

              En  efecto,  apenas  entrado  en  cargo,  Clodio  obliga  a
           Catón a  alejarse  de  Roma,  haciendo  aprobar  el  plebiscito
           que anexaba a Chipre como provincia romana y designando
           a  Catón  su  ejecutor:  éste  debía  destronar  a  Tolomeo,

           hermano  de  Auletes,  e  inventariar  las  riquezas  de la  isla,
           destinadas a incrementar el tesoro público. A continuación,
           Clodio  hace  aprobar  otros  cuatro  plebiscitos,  dos  de  ellos

           demagógicos  y  dos antioligárquicos:  el  primero  restablece
           la  gratuidad de las  reparticiones  frumentarias;  el  segundo
           restaura  en  su  integridad  el  derecho  de  asociación  de  los
           cives, mediante lo  cual  sería fácil  reunir a  sus  contingen­

           tes  en  grupos  de  choque,  para  fomentar  la  anarquía  y  el
           desequilibrio  del  gobierno  senatorial;  el  tercero,  priva  a

           los  magistrados  de  sus  derechos  de  obnuntiatio,  es  decir,
           de oponer su veto  a las decisiones  de las turbamultas;  y el
           cuarto  subordina  el álbum  senatorial  al acuerdo de  los  dos
           censores, que alguna  vez podrían  ser Pompeyo y  Craso.

              Un  mes más  tarde,  en  febrero  de 58,  Clodio  propone  su
           proyecto  de  ley  de  Capite  Civium  Romanorum,  según  el

           cual, todo culpable de haber hecho ejecutar a un ciudadano,
           debía  ser sancionado  con  la muerte  civil o  interdicción  del
           agua y del fuego.  La  ley  no  aludía  explícitamente  a  Cice­

            rón,  pero  no  hubo  quien  no  se  percatase  de  que  estaba



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