Page 55 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN
éste no osa ya salir de su casa. No falta quien le aconseje
que repudie a Julia, pero él ama a su mujer y teme a su
suegro, y se niega rotundamente a hacerlo. Por otra parte,
en todo 58, fueron numerosos y perseverantes los esfuerzos
para hacer regresar a Cicerón, destacando, entre ellos, los
del tribuno designado Publio Sestio. Tito Fadio, otro de
los tribunos electos, se apresura a anunciar que, desde su
entrada en cargo, el 10 de diciembre siguiente, habría de
interponer una rogatio para reintegrar a Cicerón a su
patria y a la recuperación y el disfrute de sus bienes.
Clodio, pasmosamente, otorga su aprobación, e impone,
además, por condición, más sorprendente aún, que todos
los actos de César sean anulados.
Sin duda, el objeto oculto de este agitador y demagogo
totalmente carente de escrúpulos era el tratar de provocar
una dictadura emergente de César; pero no lo logra; luego,
nuestro tribuno, ya salido del cargo, pero que maneja aún
a sus bandas de rufianes, según las califica, con precisión
C. Fuller, logra detener, hasta seis meses más tarde, la
reintegración del proscrito, hasta que, mediante una pro
posición de los cónsules en ejercicio —con la anuencia de
Pompeyo y César—, es aprobada a favor del desterrado.
Al regresar Cicerón, más exaltadas que nunca su inge
nuidad política y su increíble vanidad, sin fuerza de armas
ni organización práctica, se presenta al senado, a redactar
el proyecto de ley que entregaba a Pompeyo la adminis
tración de la annona —los tributos provinciales— con pode
res prácticamente ilimitados. La ley, aprobada, sustraía
en realidad a Pompeyo del imperium maius sobre las pro
vincias, y así, Cayo Mesio, tribuno complaciente, hubo
de retirar su rogatio. Obtiene Cicerón también, a favor de
LUI