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I ll  GUERRA  CIVIL


             8    Licinio  Craso  Damasipo:  partidario  de  Pompeyo,  otro  corte­
          sano  de  Juba,  que  tomó  después  parte  en  la  campaña  del  46  y
          murió  en  Hipona.




                                         LIBRO  TERCERO

                                                I


              1 Se  trata  de  las  elecciones  consulares del  49,  para  el  ejercicio
          del  48.  Debían  haber  hecho  las  convocatorias  correspondientes  los
          cónsules  en  funciones  Lucio  Cornelio  Léntulo  Crure  y  Cayo
           Claudio  Marcelo;  pero,  ausentes ambos  por  haberse  ido con  Pom­
          peyo,  César,  como  dictador  constitucional,  tenía  el  derecho corres­
          pondiente.
             2 Pone  de  relieve  el  término  para  reafirmar  la  legalidad  de
          su acto.
              3Julio  César:  nuestro  autor  mismo.  Publio  Servilio  Vatia
           Isáurico:  había  merecido  el  cognomen  de  Isauricus  por  sus  vic­
           torias  contra  los  bandidos  de  Cilicia  y  de  la  Isauria  —región  del
           Asia  Menor,  en  el  monte  Taurus—;  fue  pretor  en  54;  cónsul
           con  César en  el  48,  procónsul  en  el  46  y  cónsul,  por  segunda  vez,
           en  el  41.
              4 Se  confirma  la  tendencia  legalista  de  César:  aquí  pone  de
           relieve  que,  habiendo  sido  nombrado  cónsul,  por  primera  vez,
           en  59,  ya,  según  la  ley,  por  haber  transcurrido  diez  años,  le
           estaba  permitido  reelegirse  al  consulado.
              5 Todas  las  conmociones  sociales  traen  consigo  una  descom­
           pensación  económica,  una  inflación,  que  hace  sobre  todo  difícil
           la  cuestión  del  crédito.
              6 En  su  carácter  de  dictador.
              7 Eran  designados  estos  árbitros  cuando  la  ley  se  tornaba
           rígida  en  extremo  ante  la  realidad,  a  fin  de  que,  actuando  con­
           forme  a  la  equidad,  pusieran  de  acuerdo  a  las  partes,  en  este
           caso  deudores  y  acreedores.
              8 Las  tabulae  novae  o  codices  expensi  et  accepti  eran registros
           nuevos  en  los  cuales  las  viejas  deudas  hubieran  sido  del  todo
           canceladas  o  inscritas  por  una  suma  total  muy  inferior  a  la
           verdadera,  lo  que  hubiera  provocado  un  grave  desequilibrio  en
           los  negocios,  por  el  duro  golpe  que  ello  significaba  para  los
           poseedores  del  capital.
              9 Cf.  Cicerón,  Ad  Att.,  x,  8,  2.


                                              CXCII
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