Page 66 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


               En una carta que transcribe Walter,  de  Celio  a  Cicerón,
            se  lee,  al  pie  de  la  letra:



               Mientras  más  nos  acercamos  a  la  lucha inevitable, más
               nos sorprende la grandeza del peligro. He aquí el terreno
               donde se van a enfrentar los poderosos del día. Pompeyo
               está  decidido  a que  César no  sea cónsul  antes  de licen­
               ciar  su  ejército y  sus  provincias.  Y  César  se  persuade
               de  que  para  él  no  hay  salvación  sino  conservando  su
               ejército...  Es  así  como  estas  grandes  ternuras y  esta
               alianza temible van a desembocar, no en una animosidad
               oculta,  sino  en  una guerra abierta.


           Tal  era,  también,  la  opinión  general  y  tal  la  del  senado.
              El  senado  desconfiaba de ambos, pero César era su  ene­
           migo irreconciliable, y  Pompeyo pretendía meras  reformas,

           según se ha visto. Así, esta proposición concreta del cónsul
           Marcelo:  “¿Es  necesario  nombrar  sucesor a  César y  des­
           pojar a  Pompeyo  de  su  imperium?”,  dividida  en  dos,  una
           después  de  otra,  la  formuló  de  la  siguiente  manera:  “¿Es

           necesario nombrar sucesor a  César ?”  Y la pregunta recibió
          una contestación afirmativa por unanimidad.  Luego  agregó
          el funcionario:  “¿Es  necesario despojar a  Pompeyo  de  su

          mando?”  Y  la  mayoría  respondió  negativamente.  Pero
           entonces  Curión  volvió a solicitar el  voto  de los  senadores
           con  la  pregunta  original  completa,  y  esta  vez  el  voto  fue
           de  una  mayoría  de  370 en  favor  contra  22.

              En  otra  reunión  del  senado,  Antonio  fue  expulsado  de
           la  curia,  y  su  colega  Quinto  Casio  se  retiró  con  él,  así
          como  Curión.  El  7  de  enero, el senado decreta el  senatus­

          consultum  ultimum,  y  los  tribunos  Antonio  y  Casio,  dis­
          frazados de  esclavos,  huyeron  en  la noche y fueron a  refu­
          giarse  con  César.  Éste,  siempre  en  Rávena,  esperaba  la



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