Page 67 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN
respuesta de su ultimátum; pero sabía de todos los prepa
rativos de sus enemigos para declararle la guerra; y, para
colmo, se nombró a Domicio, su encarnizado enemigo,
como su sucesor. Desde entonces, César comprende que
toda hesitación es superflua, y pasa el riachuelo Rubicón,
límite sacrosanto de la Italia. La historia anecdótica le
presta los siguientes dichos a este propósito: “Amigos míos,
si no paso este río, ello será la fuente de mis desgracias,
y si lo paso, ¡ay del género humano!”; o bien: “Vamos
adonde nos llaman los signos de los dioses y la injusticia
de nuestros enemigos: la suerte está echada.” Como lo
hace notar Alfred Duggan, a partir de entonces y hasta su
dictadura, César no es más que un simple particular en
lucha.
El Bellum Civile comienza con un exabrupto a propósito
de su ultimátum a los patres enviado por César en carta
y leído en el senado el primero de enero del 49. Sin
embargo, no fue sometido a deliberación ni a voto por
parte del senado, o sea, no fue considerado oficial. A
partir de este inicio, César se esmera, en los primeros
capítulos, en hacer notar que no es suya la responsabilidad
de una conflagración civil, y después de una contio ante
sus soldados, pasa los límites de la Italia, y, en campaña
fulgurante, toma —con una clemencia que hace resaltar
Ferrabino— las plazas de Arimino, Arretium, Gubbium,
invade el Piceno, cerca con éxito Corfinium y se apodera
de toda la Italia, hasta llegar a Brindisi y arrinconar en
él a Pompeyo, que parte al otro lado del Adriático con sus
partidarios, concretamente a Dirraquio.
Sobreviene aquí un cambio total de la estrategia de
César, pues, carente de flota, y en la imposibilidad de se-
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