Page 99 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  I


          a  César,  así  como  la  amargura  de  su  último  fracaso  elec­
          toral. 3     2  Léntulo  se  ve  impelido  por  la  enormidad  de
          sus  deudas,  por  su  ansia  de  controlar  ejércitos  y  provin­
          cias,  y  por  la perspectiva  de  las  esplendideces  que  ciertos
          reyezuelos extranjeros  le  ofrecían  de recompensa  en  caso
          de que lograran,  por  influencia suya,  realizar  el  anhelo  de
           ser  reconocidos  en  sus  tronos por  Roma; 4  a todo  lo cual

          agréguese que el  aludido  no tenía ningún empacho  en  jac­
          tarse  entre  sus  íntimos  de estar  predestinado  para  llegar
           a  ser  el  nuevo  Sila 6  a  cuyas  manos,  según  los vaticinios,
          tendría  que  retornar  el  poder absoluto. 6              3  A  Escipión
          motívalo el consabido anhelo de provincias y ejércitos —que
           él  proyecta  compartir  con  Pompeyo,  en  virtud  del  paren­
           tesco que vincula  a  uno  con  otro—, 7  así  como su  terror a
          eventuales  procesos  políticos, 8  su  vanagloria  ostentosa 9
           y  su  complacencia  con  los  poderosos,10  que  a  la  sazón
         *aún  gozaban  de  considerable  influencia  en  el  gobierno

           y en  los  tribunales.11        4  Pompeyo  mismo,  inducido  por
           los  adversarios  de  César  y  pretendiendo  que  nadie  debía
           equiparársele  en  rango,12  había  acabado  por  distanciarse
           de toda amistad  con  éste  y  por  reconciliarse con enemigos
           antes  comunes  a  ambos 13  y  cuya  mayor  parte  él  había
           endilgado  a  César  en  los  idos  tiempos  de  su  roto  paren­
           tesco:  14     5  Asimismo  el  aludido,  por  despecho  del  des­
           doro  que  le había  provocado  su  conducta  en  el  asunto  de
           aquellas  dos  legiones  cesarianas  cuyo  rumbo  al  Asia  y

           Siria  él  había  desviado  hacia  su  personal  provecho y  cau­
           dillaje, 15  hacía  cuanto  era  posible por  encomendar  a  las
           armas  la  solución  del  conflicto.16


              V.         1  Por las  razones expuestas, todo cuanto se apro­
           bó en  aquella coyuntura  pecó  a  un  mismo tiempo  de  pre­
           cipitación  y  aturdimiento.  Ni  se  concedió  a  los  coparti-
           darios  de  César  un  plazo  razonable  para  ponerlo  al  tanto
           de  las  circunstancias,1  ni  se  reconoció  a  los  tribunos  ple­
           beyos  su  facultad de  conjurar el  riesgo a  que  habían que-


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