Page 536 - Guerra de las Galias [Colección Gredos Bilingüe] I-II-III
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sum  effugere  mortem.  (3)  Sed  hoc  quoque  factum  est,
          quod,  aedificio circumdato silva,  ut sunt fere  domicilia
         Gallorum, qui vitandi aestus causa plerumque silvarum
          ac fluminum petunt propinquitates, comites familiares-
          que  eius  angusto  in loco  paulisper equitum  nostrorum
          vim  sustinuerunt.  (4)  His  pugnantibus,  illum  in  equum
          quidam  ex  suis  intulit:  fugientem  silvae  texerunt.  Sic,
          et  ad  subeundum  periculum  et  ad  vitandum,  multum
          Fortuna *  valuit.

             XXXI.      (1) Ambiorix * copias suas iudicione non con­
          duxerit,  quod  proelio  dimicandum  non  existimarit,  an
          tempore  exclusus  et  repentino  equitum  adventu prohi­
          bitus,  cum  reliquum  exercitum  subsequi  crederet,  du­
          bium est.  (2)  Sed  certe,  dimissis  per agros  nuntiis,  sibi
          quemque consulere iussit. Quorum pars in Arduennam *
          silvam, pars in continentes paludes profugit; (3) qui pro­
          ximi Oceano *  fuerunt, hi in insulis  sese occultaverunt,
          quas  aestus  efficere  consuerunt;  (4)  multi,  ex  suis  fini-





          y  caballos.  (3)  Pero  también  le  ayudó  en  esto  el  hecho  de  que,  estando  su
          casa rodeada de bosque,  como acostumbran a estar las  moradas  de los ga­
          los,  que  para  evitar  los  calores  suelen  buscar  la  proximidad  de  bosques
          y ríos, sus compañeros y familiares detuvieron un poco, en un paraje angos­
          to,  el  ímpetu  de nuestra caballería. (4) Mientras éstos  luchaban,  uno de los
          suyos  lo montó en  un caballo,  y el bosque protegió  su fuga.  Así,  lo mismo
          para meterlo en el peligro que para sacarlo de él, influyó mucho la Fortuna.

            XXXI.   (1) Si Ambiórix no reunió sus tropas de propósito, por parecerle
          que  no  tendría  que  presentar batalla,  o  falto  de  tiempo e  impedido por la
          repentina  llegada de nuestra caballería,  creyendo que venía  detrás  todo el
          ejército,  es  cosa  dudosa.  (2) Lo  cierto es  que,  enviando mensajeros  por los
          campos,  mandó  que  cada  uno  mirase  por  sí.  Huyeron  unos  a  la  selva  de
          las  Ardenas,  otros  a  los  pantanos  contiguos;  (3)  los  que  estaban  cerca  del
          Océano,  se  refugiaron  en  los  islotes  que  suelen  formar las  mareas; (4) mu·
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