Page 694 - Guerra de las Galias [Colección Gredos Bilingüe] I-II-III
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gius aberant repentino  tumultu perterriti,  cum hostem
        intra portas esse existimarent, sese ex oppido eiecerunt.
       (5) Matres familiae de muro vestem argentumque iacta-
       bant et, pectore nudo prominentes, passis manibus, ob­
        testabantur Romanos ut sibi parcerent neu, sicut Avari­
        ci  fecissent,  ne  a  mulieribus  quidem  atque  infantibus
        abstinerent; (6) non nullae,  de muris per manus  demis­
        sae,  sese  militibus  tradebant.  (7)  L.  Fabius,  centurio*
        legionis  vm,  quem  inter  suos  eo  die  dixisse  constabat
        excitari se Avaricensibus praemiis neque commissurum
        ut prius quisquam murum ascenderet, tres suos nactus
        manipulares  atque  ab  iis  sublevatus,  murum  ascendit;
        hos  ipse,  rursus  singulos exceptans,  in murum extulit.
           XLVIII.  (1) Interim ii qui ad alteram partem oppidi*,
        ut supra demonstravimus, munitionis causa convenerant,
        primo exaudito clamore,  inde etiam crebris  nuntiis  in­
        citati oppidum a Romanis teneri,  praemissis equitibus,
        magno concursu eo contenderunt. (2) Eorum ut quisque



        barrios  de  la  ciudad,  los  que  estaban  más  distantes,  aterrados  por  aquel
        repentino  alboroto  y creyendo que  el  enemigo  estaba  ya  puertas  adentro,
        salieron  precipitadamente  de  la  ciudad.  (5)  Las  mujeres  arrojaban  desde
        la  muralla  vestidos  y  plata,  y,  descubierto  el  pecho,  tendían  las  manos  a
        los romanos, suplicándoles que tuvieran piedad de ellas y no hicieran como
        en Avárico,  donde ni siquiera a las mujeres y a los niños habían respetado.
        (6)  Algunas,  dándose la mano para descolgarse por el muro,  se entregaban
        a los soldados. (7) L. Fabio, centurión de la legión octava, a quien los suyos
        habían oído decir aquel  día que,  estimulado por los  premios  otorgados en
        Avárico,  no  permitiría  que  nadie  escalase  antes  que  él  el  muro,  cogiendo
        a  tres  de  sus  soldados,  y  ayudado por ellos,  subió a  la  muralla.  A  su  vez
        tendió  la  mano  a  cada  uno  de  ellos  y  les  ayudó  a  subir.
          XLVIII.  (1)  Mientras  tanto,  los  que,  según  hemos  dicho,  se  habían  re­
        unido a la otra parte de la ciudad para fortificarla, al oír los primeros gri­
        tos y llamados luego por continuos avisos de que los romanos se apoderaban
        de la ciudad, acudieron en tropel, enviando delante la caballería. (2) Confor-
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