Page 702 - Guerra de las Galias [Colección Gredos Bilingüe] I-II-III
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LU.  (1)  Postero  die,  Caesar,  contione  advocata,  te­
        meritatem cupiditatemque militum reprehendit, quod si­
        bi  ipsi  indicavissent  quo  procedendum  aut  quid  agen­
        dum  videretur,  neque,  signo  recipiendi  dato,  constitis­
        sent neque ab tribunis* militum legatisque*  retineri po­
        tuissent.  (2)  Exposuit  quid  iniquitas  loci  posset,  quid
        ipse  ad  Avaricum  sensisset,  cum  sine  duce  et  sine
        equitatu*  deprehensis  hostibus,  exploratam  victoriam
        dimisisset,  ne parvum modo detrimentum in contentio­
        ne propter iniquitatem loci  accideret.  (3) Quanto opere
        eorum  animi  magnitudinem  admiraretur,  quos  non
        castrorum*  munitiones,  non  altitudo  montis,  non  mu­
        rus  oppidi*  tardare  potuisset,  tanto  opere  licentiam
        arrogantiamque  reprehendere,  quod  plus  se  quam
        imperatorem* de victoria atque exitu rerum sentire exis­
        timarent; (4) nec minus se ab milite modestiam et conti­
        nentiam  quam  virtutem  atque  animi  magnitudinem
        desiderare.






          LII.  (1) Al día siguiente, César,  reuniendo las tropas, censura la temeri­
        dad  y  codicia  de  los  soldados,  que  por  sí  mismos  habían  resuelto  hasta
        dónde  se  debía  avanzar o qué  les  parecía  oportuno  hacer,  y  no  se  habían
        detenido después de darse la señal de retirada, ni habían podido ser conte­
        nidos por los tribunos militares y legados. (2) Les expuso el peligro de una
        posición desfavorable, y su propia conducta en Avárico, cuando, sorprendi­
        dos los enemigos  sin jefe y  sin caballería,  había preferido renunciar a una
        victoria  cierta,  por  no  exponerse  a  sufrir  en  el  combate  algún  daño,  por
        pequeño  que  fuese,  ocasionado  por  la  desventaja  del  terreno.  (3)  Que,  en
        la misma medida en que admiraba su valentía, la cual no se había arredra­
        do  ante  las  fortificaciones  del  campamento,  ni  ante  la  altura  del  monte,
        ni  ante el  muro  de  la  ciudad,  reprendía  su  indisciplinada  arrogancia,  que
        les  había  hecho  creerse  más  avisados  que  el  general  en  lo  referente  a  la
        victoria  y  al  resultado  de  la  situación:  (4)  y  que  él  no  requería  menos  en
        un soldado la docilidad y obediencia, que el valor y la grandeza de ánimo.
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