Page 216 - La Constitución de los atenienses
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LA CONSTITUCIÓN DE LOS ATENIENSES




                 banquero, no es de utilidad, porque se trata de un caso aislado o al

                 menos  muy  poco  frecuente.  Si  lo  que  se  afirma  fuera  cierto  de
                 manera general, los esclavos habrían disminuido sensiblemente en

                 Atenas.

                     En  Lacedemonia  mi  esclavo... :  A  partir  de  este  pasaje  algunos

                 han  supuesto  que  se  trata  de  un  dialogo  entre  un  ciudadano  de

                 Atenas y  otro  de  Esparta  (cf.  supra,  pp.  ^XVI-^X),  pero  la  mayor
                 parte de los estudiosos piensa  que se trata de un texto que el Anó­

                 nimo  dirige  a  un  interlocutor  espartano  o  residente  en  Esparta,

                 ambos  dueños  de  esclavos  a  los  que  alude  el  Anónimo:  aquí  mi
                 esclavo no te teme; en Esparta mi esclavo tenía temor de ti,  pero si

                  [aquí en Atenas]  tu  esclavo  tuviera temor de mí se vería en  la ne­

                 cesidad de entregarme su dinero con tal de no sufrir ningún daño.

                 Entonces,  se  encuentra  plenamente  justificado  el  impedimento,

                 en Atenas,  de golpear al esclavo por parte de cualquier ciudadano,
                 pues  en  caso  contrario  el  propio  dueño  se  vería  perjudicado.  Los

                 ciudadanos sí pueden golpear a sus esclavos propios, no a los ajenos.

                 Resulta  interesante  la  doble  actitud  de  los  esclavos.  El  esclavo  del

                 ateniense le teme al lacedemonio  en  Esparta,  pero  no le teme  (po­
                 demos  suponer)  en  Atenas.  El  esclavo  del  lacedemonio  teme  al

                 ciudadano ateniense  en  Esparta,  pero, no  teme a los  atenienses en

                 Atenas.

                     Es probable que me entregara su propio dinero: Las relaciones en­

                 tre señores y esclavos eran  diferentes en  una democracia y en  una

                 oligarquía.  En  el  primer caso,  los  esclavos tenían  la protección  de
                 su propio dueño, pues representaba una fuente de entradas.  En el

                 segundo,  el esclavo se encontraba abandonado  a su suerte, y tenía

                 que bastarse a sí mismo para defenderse.  En Atenas se daban cier­

                 tas  libertades  a  los  esclavos,  no  por  un  sentido  humanitario  sino
                 por conveniencia de los ciudadanos,  pues proteger al esclavo sería



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