Page 246 - La Constitución de los atenienses
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LA CONSTITUCIÓN DE LOS ATENIENSES



           batalla de  Enófita  (457),  y volvieron a disolver la liga  beocia e  im­

           poner  una  alianza  a  las  ciudades  de  la  región  (sobre  todos  estos

           acontecimientos, cf. Tucídides I  107-108), excepto Tebas que conser­

           vó su independencia  (Diódoro XI  83.1).  Según  puede inferirse  del

           Anónimo,  Atenas  se  habría  apoyado  en  elementos  oligárquicos

           para  establecer  el  control  en  Beocia,  lo  que  resultaría  absurdo,

           pues ello implicaría asumir que:  a)  antes de la batalla de  Enófita (y

           tal vez desde la batalla de Platea), existían democracias aliadas con

           una  Tebas  democrática  (cf.  Aristóteles,  Política  1302b );  b)  para

           arrebatar  a  los  tebanos  las  ciudades  de  la  liga,  los  atenienses  se

           apoyaron  en los  oligarcas moderados de esas ciudades, y c)  fueron

           estos  mismos  oligarcas  quienes,  diez años  después,  dirigidos ahora
           por  los  tebanos  y  apoyados  en  oligarcas  radicales  de  Atenas

           exiliados,  expulsaron  a  los  demócratas  atenienses  del  territorio  de

           Beocia, expulsión que fue concluida con la batalla de  Coronea,  en

           447,  logrando  Tebas  así  recuperar  su  dominio  en  la  región  (cf.

           Gigante  1953:  151-2).  Pudo haber sucedido  también  que las ciuda­

           des  de  Beocia,  incluida Tebas,  hubieran  estado  gobernadas  origi­

           nalmente  por  regímenes  oligárquicos  y  que,  una  vez  liberadas

           gracias  a la intervención de Atenas,  hubieran  implantado  regíme­

           nes  democráticos,  pero  después,  luego  de  la  derrota  de  Coronea

           (447),  los atenienses se hubieran visto obligados a firmar un trata­

           do  de  paz  con  los  oligarcas  beocios  quienes  habrían  restaurado  la

           constitución original. A esto se referiría la crítica del Anónimo  (cf.

           Kalinka  1913:  309).

               Estas  y  otras  interpretaciones  son  reconstrucciones  más  o  me­

           nos  verosímiles  que  buscan hacer coincidir lo dicho por el Anóni­

           mo  con  los  acontecimientos históricos  registrados  por  las  fuentes,

           sin  tomar en  consideración  que  el Anónimo  no  es  un  historiador,




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