Page 455 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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su propio provecho que de la salud de sus pacientes. Una enfermedad no cambia de

  estado  para  ajustarse  a  los  conocimientos  del  médico,  sino  que  el  médico  debería
  comprender  las  causas  de  la  enfermedad.  El  médico  debería  estar  al  servicio  de  la

  naturaleza, en lugar de ser su enemigo; debe ser capaz de guiarla y dirigirla en su lucha

  por  la  vida,  en  lugar  de  ponerle,  por  su  intromisión  poco  razonable,  nuevos

  obstáculos en el camino de la recuperación».                  [116]

       La  teoría  de  que  casi  todas  las  enfermedades  tienen  origen  en  la  naturaleza
  invisible  del  hombre  (el  astrum)  es  un  precepto  fundamental  de  la  medicina

  hermética, porque si bien los herméticos no despreciaban en absoluto el cuerpo físico,

  creían que la constitución material del hombre era una emanación o una objetivación
  de  sus  principios  espirituales  invisibles.  A  continuación  presentamos  una  reseña

  breve,  pero  —creemos—  bastante  completa,  de  los  principios  herméticos  de

  Paracelso.

       Existe una sola sustancia vital en la naturaleza, en la cual subsiste todo. Se llama
  archaeus,  o  fuerza  vital,  y  es  sinónimo  de  la  luz  astral  o  el  aire  espiritual  de  los

  antiguos. Con respecto a esta sustancia, Éliphas Lévi ha escrito lo siguiente: «La luz, el

  agente creador, cuyas vibraciones son el movimiento y la vida de todas las cosas; la

  luz,  latente  en  el  éter  universal  y  radiante  en  tomo  a  centros  absorbentes,  que,  al
  saturarse  de  ella,  proyectan  a  su  vez  movimiento  y  vida,  formando  así  corrientes

  creativas; la luz, astralizada en las estrellas, animalizada en los animales, humanizada

  en los seres humanos; la luz, que vegeta en todas las plantas, reluce en los metales,
  produce todas las formas de la naturaleza y lo equilibra todo mediante las leyes de la

  simpatía  universal:  esta  es  la  luz  que  muestra  los  fenómenos  del  magnetismo,  que

  Paracelso descubrió, que tiñe la sangre, que se arroja desde el aire al ser inhalado y

  descargado por los fuelles herméticos de los pulmones».                        [117]
       Esta  energía  vital  tiene  origen  en  el  cuerpo  espiritual  de  la  tierra.  Todo  objeto

  creado tiene dos cuerpos: uno visible y material y otro invisible y trascendente. Este

  último consiste en la contrapartida etérea de la forma física: constituye el vehículo del

  archaeus y lo podemos llamar «cuerpo vital». Esta funda etérica no desaparece con la
  muerte,  sino  que  permanece  hasta  que  la  forma  física  se  desintegra  por  completo.

  Estos  «dobles  etéricos»  que  se  ven  en  torno  a  los  cementerios  han  dado  lugar  a  la

  creencia  en  fantasmas.  Como  su  sustancia  es  mucho  más  fina  que  la  del  cuerpo
  terrenal, el doble etérico es mucho más susceptible a los impulsos y a las disonancias.

  Las  perturbaciones  de  este  cuerpo  de  luz  astral  provocan  buena  parte  de  las

  enfermedades. Paracelso enseñaba que una persona con una actitud mental malsana
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