Page 509 - Dune
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—Dejad de hacer el estúpido —gruñó Paul—. La Cofradía es como un pueblo a
           la orilla de un río. Necesita el agua, pero no puede tomar más que la necesaria. No
           puede construir un dique para controlar el río, porque esto atraería la atención sobre

           sus extracciones, y podría conducir a una destrucción final. Este río es la especia, y
           yo he construido un dique sobre este río. Pero mi dique está construido de tal modo
           que no se puede destruir sin destruir también el río.

               El Emperador se pasó una mano por sus rojos cabellos, mirando las espaldas de
           los dos hombres de la Cofradía.
               —Incluso vuestra Decidora de Verdad Bene Gesserit está temblando —dijo Paul

           —.  Hay  otros  venenos  que  la  Reverenda  Madre  puede  usar  para  sus  trucos,  pero
           después de haberse servido del licor de especia, los otros venenos quedan sin efecto.
               La anciana estrujó sus negras ropas a su alrededor, y avanzo hasta detenerse tras

           la barrera de lanzas.
               —Reverenda  Madre  Gaius  Helen  Mohiam  —dijo  Paul—.  Ha  pasado  mucho

           tiempo desde Caladan, ¿no es cierto?
               Ella fulguró con una mirada a su madre.
               —Bien, Jessica —dijo—, veo que tu hijo es aquel a quien buscábamos. Sólo por
           esto puede serte perdonada esa abominación que es tu hija.

               Paul dominó su fría y cortante cólera.
               —¡No tienes ningún derecho ni razón para perdonarle nada a mi madre! —dijo.

               La anciana cruzó sus ojos con los de él.
               —Prueba  tus  trucos  conmigo,  vieja  bruja  —dijo  Paul—.  ¿Dónde  está  tu  gom
           jabbar? ¡Intenta mirar a ese lugar donde no te atreves a poner tus ojos! ¡Allí te estaré
           esperando!

               La anciana bajó su mirada.
               —¿No tienes nada que decir? —preguntó Paul.

               —Te di la bienvenida entre los seres humanos —murmuró ella—. No mancilles
           esto.
               Paul alzó la voz:
               —¡Observadla, camaradas! Esa es una Reverenda Madre Bene Gesserit, el más

           paciente  de  los  seres  al  servicio  de  la  más  paciente  de  las  causas.  Ha  estado
           aguardando con sus hermanas por más de noventa generaciones a que se produjera la

           exacta combinación de genes y medio ambiente necesaria para producir la persona
           que sus planes exigían. ¡Observadla! Ahora sabe que las noventa generaciones han
           producido esa persona. Aquí estoy… ¡pero… nunca… obedeceré… sus… órdenes!

               —¡Jessica! —aulló la Reverenda Madre—. ¡Hazle callar!
               —Hacedle callar vos misma —dijo Jessica.
               Paul miró a la anciana.

               —Por la parte que has tenido en todo esto, te haría estrangular con gusto —dijo




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