Page 514 - Dune
P. 514

El rostro del Emperador se iluminó con una repentina sonrisa.
               —Si  Feyd-Rautha  Harkonnen…  de  mi  séquito…  así  lo  desea  —dijo—,  yo  le
           libero  de  cualquier  lazo  para  que  pueda  actuar  según  su  deseo.  —El  Emperador

           levantó  una  mano  hacia  los  guardias  Fedaykin  de  Paul—.  Uno  de  los  de  vuestra
           escoria tiene mi cinturón y mi puñal. Si Feyd-Rautha los desea, puede enfrentarse
           contigo con mi propia hoja.

               —Lo  deseo  —dijo  Feyd-Rautha,  y  Paul  leyó  la  excitación  en  el  rostro  del
           hombre.
               Es demasiado confiado, pensó Paul. Es una ventaja natural que puedo aceptar.

               —Traed  la  hoja  del  Emperador  —dijo  Paul,  y  esperó  a  que  su  orden  fuera
           obedecida—. Dejadla en el suelo, aquí —señaló el lugar con su pie—. Que la escoria
           Imperial se retire hacia el muro y deje al Harkonnen solo.

               Un  rumor  de  ropas,  pies  arrastrándose,  órdenes  dichas  en  voz  baja  y  protestas
           acompañando  la  obediencia  a  las  órdenes  de  Paul.  Los  hombres  de  la  Cofradía

           permanecieron inmóviles junto al equipo de comunicaciones. Observaban a Paul con
           una obvia indecisión.
               Están habituados a ver el futuro, pensó Paul. Pero en este lugar y tiempo están
           ciegos… tan ciegos como yo. E intentó sondear los vientos del tiempo, sintiendo los

           torbellinos, los nexos de la tormenta concentrados en aquel lugar, en aquel preciso
           momento. Pero incluso las más sutiles espirales le estaban vedadas ahora. Allí estaba,

           la  aún  no  nacida  jihad,  lo  sabía.  Allí  estaba  la  consciencia  racial  que  había  ya
           experimentado, con su terrible finalidad. Era una razón suficiente para un Kwisatz
           Haderach o un Lisan al-Gaib, incluso para los titubeantes planes Bene Gesserit. La
           raza  humana  había  tomado  consciencia  de  su  estancamiento,  y  de  su  malsano

           replegarse en sí misma, y había visto la única salida en aquel torbellino que mezclaría
           los  genes  y  del  cual  sobrevivirían  únicamente  las  combinaciones  más  fuertes.  En

           aquel instante, todos los seres humanos formaban un único organismo inconsciente
           que experimentaba un tipo de necesidad sexual capaz de derribar cualquier barrera.
               Y Paul comprendió la futilidad de sus esfuerzos por modificar siquiera el más
           pequeño fragmento de todo aquello. Había pensado poder oponerse él solo a la jihad,

           pero  la  jihad  seguiría  existiendo.  Incluso  sin  él,  sus  legiones  se  esparcirían
           furiosamente fuera de Arrakis. Necesitaban sólo una leyenda, y él se la había dado.

           Había mostrado el camino, les había permitido dominar incluso a la Cofradía gracias
           a su necesidad de especia para sobrevivir.
               Un sentimiento de fracaso le invadió, y entonces vio que Feyd-Rautha se había

           despojado de su destrozado uniforme para aparecer vestido tan sólo con una simple
           malla metálica de combate.
               Este  es  el  clímax,  pensó  Paul.  Desde  aquí,  el  futuro  se  abrirá,  las  nubes  se

           abrirán para dejar paso a una luz gloriosa. Y si yo muero aquí, dirán que me he




                                        www.lectulandia.com - Página 514
   509   510   511   512   513   514   515   516   517   518   519