Page 13 - El Mártir de las Catacumbas
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Le hacen frente con toda nobleza, al extremo de morir alegremente. Roma en toda su historia no
puede exhibir un solo ejemplo de escena de mayor devoción que la que presenciamos ayer. Tú
dices que ellos detestan a los soldados, pero son sobremanera valientes; me dices que son
traidores, sin embargo ellos no resisten a la ley; haces declaraciones de que ellos son impuros,
empero, si se puede decir que exista pureza en toda la tierra, corresponde a las bellísimas
doncellas que murieron ayer.
-Te entusiasmas excesivamente por aquellos parias.
-No es mero entusiasmo, Lúculo. Yo deseo saber la verdad. Toda mi vida he oído estas
referencias. Pero ante lo que vi ayer juntamente contigo, por primera vez he llegado a sospechar
de su veracidad. Y ahora te pregunto a ti con todo mi afán, y descubro que tu conocimiento no se
funda en nada. Y hoy yo bien recuerdo que estos cristianos por todo el mundo son personas
pacíficas y honradas a toda prueba. Jamás toman parte en levantamientos o perturbaciones, y
estoy convencido que ninguno de estos crímenes que se les imputan podrá probarse contra ellos.
¿Por qué, entonces, se les mata?
-Sin embargo el Emperador tiene que tener buenas razones para haberlo dispuesto así.
-Bien puede él haber sido instigado por consejeros ignorantes o maliciosos.
Tengo entendido que es una resolución tomada por él mismo.
-El número de los que han sido entregados a la muerte de esa manera y por el mismo
motivo es enorme.
-Oh, sí, son algunos millares. Quedan muchos más; pero es que no se les puede capturar.
Y precisamente eso me recuerda la razón de mi presencia acá. Te traigo la comisión imperial.
Lúculo extrajo de los dobleces de su capa militar un rollo de pergamino, el cual entregó a
Marcelo. Este último examinó con avidez su contenido. Se le ascendía a un grado mayor, al
mismo tiempo que se le comisionaba para buscar, perseguir y detener a los cristianos en donde
fuera que se hallasen ocultos, haciéndose mención en particular de las catacumbas.
Marcelo leyó con el ceño fruncido y luego puso el rollo a un lado.
-No pareces estar muy contento.
-Te confieso que la tarea es desagradable. Soy un soldado y no me gusta eso de andar a la
caza de viejos débiles y niños para los verdugos. Sin embargo, como soldado debo obedecer.
Dime algo acerca de esas catacumbas.
-Las catacumbas? Es un distrito subterráneo que hay debajo de la ciudad, y cuyos límites
nadie conoce. Los cristianos huyen a las catacumbas cada vez que se hallan en peligro; también
están ya habituados a enterrar a sus muertos allí. Una vez que logran penetrar allí, se pueden
considerar fuera del alcance de los poderes del estado.
-Quién hizo las catacumbas?
-Nadie sabe con exactitud. El hecho es que han existido allí por muchos siglos. Yo creo
que fueron excavadas con el objeto de extraer arena para edificaciones. Pues en la actualidad
todo nuestro cemento proviene de allí, y podrás ver innumerables obreros trayendo el cemento a
la ciudad por todos los caminos. En la actualidad tienen que ir hasta una gran distancia, porque