Page 14 - El Mártir de las Catacumbas
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con el transcurso de los años han excavado tanto debajo de la ciudad que la han dejado sin
fundamento.
-Existe alguna entrada regular?
-Hay entradas innumerables. Precisamente esa es la dificultad. Pues si hubiera solamente
unas pocas, entonces podríamos capturar a los fugitivos. Pero así no podemos distinguir de qué
dirección hemos de avanzar contra ellos.
-Hay algún distrito del cual se sospecha?
-Sí. Siguiendo por la Vía Apia, como a dos millas, cerca a la tumba de Cecilia Metella, la
gran torre redonda que conoces, allí se han encontrado muchos cadáveres. Hay conjeturas que
esos son cuerpos de los cristianos que han sido rescatados del anfiteatro y llevados allá para
ciarles sepultura. Al acercarse los guardias los cristianos han dejado los cadáveres y han huido.
Pero, después de todo, eso no ayuda en nada, porque después que uno penetra a las catacumbas,
no puede considerar que está más cerca del objetivo que antes. No hay ser humano que pueda
penetrar a aquel laberinto sin el auxilio de aquellos que viven allí mismos.
-¿Quiénes viven allí?
-Los excavadores, que aún se dedican a cavar la cierra en busca de arena para las
construcciones. Casi todos ellos son cristianos, y siempre están ocupados a cavar tumbas para los
cristianos que mueren. Esos hombres han vivido allí toda la vida, y no solamente puede decir que
están familiarizados con todos aquellos pasajes, sino que tienen una especie de instinto que les
guía.
-Has entrado algunas veces a las catacumbas, ¿verdad?
-Una vez, hace mucho tiempo, cuando un excavador me acompañó. Pero sólo permanecí
allí un corto tiempo. Me dio la impresión de ser el lugar más terrible que hay en el mundo.
-Yo he oído hablar de las catacumbas, pero en realidad no sabía nada respecto a ellas. Es
extraño que sean tan poco conocidas. ¿No podrían esos excavadores comprometerse a guiar a los
guardias por todo ese laberinto?
-No, ellos no entregarían a los cristianos.
-Pero, ¿se ha intentado hacerlo?
-Oh, sí. Algunos obedecen y guían a los oficiales de la justicia a través de la red de
pasajes, hasta que llega un momento en que casi pierden el sentido. Las antorchas casi se
extinguen, llegando ellos a aterrorizarse. Y entonces piden que se regrese. El excavador expresa
que los cristianos deben haber huido, y así regresa al oficial al punto de partida o ingreso.
-¿Y ninguno tiene la suficiente resolución de seguir hasta llegar a encontrar a los
cristianos?
-Si insisten en continuar la búsqueda, los excavadores les guían hasta cuando quieran.
Pero lo hacen por los incontables pasajes que interceptan algunos distritos particulares.
-¿Y no se ha encontrado uno solo que entregue a los fugitivos?
-Sí, algunas veces. Pero, ¿de qué sirve? A la primera señal de alarma todos los cristianos
desaparecen por los conductos laterales que se abren por todas partes.