Page 18 - El Mártir de las Catacumbas
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-Qué estabas haciendo tú con él?

                      -El me estaba llevando un bulto.
                      -Qué contenía el bulto?

                      -Provisiones.
                      -¿A quién se lo llevabas?

                      -A una persona menesterosa por allá.
                      -¿Dónde vive esa persona?

                      -Acá cerca, no más.
                      -Ahora, muchacho, dime la verdad. ¿Sabes tú algo sobre las catacumbas?

                      -He oído hablar de ellas -dijo el niño tranquilamente.
                      -¿Nunca estuviste dentro de ellas?
                      -Sí, he estado en algunas de ellas.

                      -Conoces a alguien que vive allí?

                      -Sí, algunas personas. Los cavadores viven allí.
                      -Tú te ibas a las catacumbas con él?
                      -Qué voy a ir a hacer allí a esta hora? -dijo el niño inocentemente.

                      -Eso precisamente es lo que quiero saber. ¿Te ibas para allá?
                      -¿Cómo me voy a atrever a ir allá, cuando es prohibido por la ley?

                      Marcelo  dijo  abruptamente,  -Ya  es  de  noche.  Vamos  al  servicio  de  la  noche  en  aquel
               templo.
                      El menor vaciló, y luego dijo, -Estoy de prisa.
                      -Pero en este momento tú eres mi prisionero. Yo nunca dejo de ir a adorar a mis dioses.
               Tú tienes que venir conmigo y ayudarme en mis servicios devocionales.

                      A lo que el niño contestó firmemente, -Yo no puedo.
                      -Por qué no puedes?

                      -Pues soy cristiano.
                      -Yo lo sabía. Y tú tienes amigos en las catacumbas, y tú te vas para allá ahora. Ellos son
               la gente menesterosa a quienes les estas llevando esas provisiones, y el mandado que dices es en
               beneficio de ellos.
                      El niño inclinó la cabeza y guardó silencio.

                      -Quiero que tú me lleves ahora mismo a la entrada a las catacumbas.
                      -Oh, usted que veo que es un oficial generoso, ¡tenga misericordia de mí! No me pida una
               tal cosa, porque no puedo hacerlo. Jamás voy yo a traicionar a mis amigos.
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