Page 21 - El Mártir de las Catacumbas
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de  la  antorcha  dio  su  lumbre  gólo  unos  pocos  pasos,  pero  no  tardó  en  extinguirse  en  tantas
               tinieblas.

                      La  senda  seguía  tortuosamente  haciendo  giros  in  contables.  Repentinamente  Polio  se
               detuvo  y  señaló  hacia  abajo.  Mirando  por  entre  la  lobreguez,  Marcelo  vio  una  abertura en  la
               senda que conducía aun más abajo de donde ya estaban. Era un foso sin fondo visible.

                      -¿Adónde conduce? Abajo.
                       -¿Hay más pasillos abajo?
                      -Oh, sí. Hay tantos como acá; y aun debajo de siguiente sección hay otros. Yo sólo he
               estado en pisos diferentes de estas sendas, pero algunos viejos cavadores dicen que hay algunos
               lugares en que se puede bajar a una enorme profundidad.
                      El pasillo serpenteaba de tal modo que toda idea de ubicación se perdía por completo.
               Marcelo  ya  no  podía  precisar  si  se  hallaba  a  unos  cuantos  pasos  de  la  entrada  o  a  muchos
               estadios. Sus perplejos pensamientos tardaron en tornarse hacia otras cosas. Al pasarle primera
               impresión de las densas tinieblas, se dedicó mirar más cuidadosamente a lo que se le presentaba
               la vista, cada vez más maravillado del extraño recinto. A lo largo de las murallas había planchas
               semejantes a lápidas que parecían cubrir largas y estrechas excavaciones. Estos nichos celulares
               se  alineaban  a  ambos  lados  tan  estrechamente  que  apenas  quedaba  entre  uno  y  otro.  Las
               inscripciones  que  se  veían  en  planchas  evidenciaban  que  eran  tumbas  de  cristianos.  No  tuvo
               tiempo de detenerse a leer, pero había una nota la repetición de la misma expresión, tal como:


               HONORIA - ELLA DUERME EN PAZ

               FAUSTA - EN PAZ

                      En  casi  todas  las  planchas  ¿él  vio  la  misma  dulce  benigna  palabra.  "PAZ,"  pensaba
               Marcelo. "Que gente más maravillosa son estos cristianos, que aun en medio de escenarios como
               éste abrigan su sublime desdén a la muerte."
                      Sus ojos se habituaban cada vez mejor a las tinieblas conforme avanzaba. Ahora el pasillo
               empezaba a estrecharse; el techo se inclinaba y los lados se acercaban; ellos tenían que agacharse
               y caminar más despacio. Las murallas eran toscas y rudamente cortadas conforme las dejaban los
               trabajadores cuando extraían dc aquí su última carga de arena para los edificios del exterior. La
               humedad  subterránea  y  las  acrecencias  de  honguillos  se  hallaban  regadas  por  todas  partes,
               agravando todo su color tétrico, saturando el aire de pesada humedad, mientras que el humo de
               las antorchas hacía la atmósfera tanto más depresiva.
                      Pasaron  centenares  de  pasillos  y  decenas  de  lugares  en  que  se  encontraban  numerosas
               sendas,  que  se  separaban  en  diferentes  direcciones.  Estas  innumerables  sendas  demostraban  a
               Marcelo hasta qué punto se hallaba fuera de toda esperanza, cortado del mundo del exterior. Este
               niño lo tenía en sus manos.

                      -¿Suelen perderse algunas personas acá?
                      -Con gran frecuencia.

                      -¿Qué pasa con ellos?
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