Page 24 - El Mártir de las Catacumbas
P. 24
Y ellos serán su pueblo,
Y el mismo Dios será con ellos
Y será su Dios.
Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos,
Y no habrá más muerte, ni tristeza,
Ni gemidos,
Ni tampoco habrá más dolor,
Porque las cosas viejas pasaron. Amén.
Bendición, gloria y sabiduría,
Y hacimiento de gracias, y honor, y potencia, y magnificencia,
Sea a nuestro Dios
Por los siglos de los siglos. Amén.
Y después de esto la congregación empezó a dispersarse. Polio avanzó hacia adelante
conduciendo a Marcelo. Pero ante la presencia de su figura marcial y su relumbrante armadura
todos retrocedieron e intentaron huir por los diferentes senderos. Pero Marcelo clamó en alta
voz:
-¡No temáis, cristianos; yo me rindo ante vosotros, estoy en vuestro poder!
Ante ello, todos ellos volvieron, y luego lo miraron con ansiosa curiosidad. El anciano
que había dirigido la reunión avanzó hacia él y le dirigió una mirada firme y escudriñadora.
-¿Quién eres tú, y por qué nos persigues aun hasta este último escondite de reposo que se
nos deja en la tierra?
-Tened a bien no sospechar el mínimo mal de parte mía. Yo vengo solo, sin escolta ni
ayuda. Estoy a merced de vosotros.
-Pero, por ventura, ¿qué puede desear de nosotros un soldado, y tanto peor, un
pretoriano? ¿Estás acaso perseguido? ¿Eres acaso un criminal? ¿Está tu vida en peligro?
-De ninguna manera. Yo soy oficial de alta graduación y autoridad, y es el caso que toda
mi vida he andado ansiosamente buscando la verdad. Y he oído mucho respecto a vosotros los
cristianos; empero en esta época de persecución es difícil hallar uno solo de vosotros en Roma. Y
es por eso que he venido hasta aquí en vuestra búsqueda.
Ante esto, el anciano pidió a la asamblea que se retirase, a fin de que él pudiera conversar
con el recién llegado. Los otros en el acto lo hicieron así y se alejaron por diferentes
encaminamientos, sintiéndose más tranquilos. Una mujer pálida se adelantó hacia Polio y lo
tomó en sus brazos.
-¡Cuánto te tardaste, hijo mío!
-Madre querida, me encontré con este oficial, y me tuve que detener.
-Gracias sean a Dios nuestro Señor que estás bien. Pero ¿quién es él?