Page 73 - El Mártir de las Catacumbas
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-No  fue  mi  intención  entregarme;  pero  lo  que  he  hecho,  y  cómo  he  sido  inspirado  a
               hacerlo me satisface íntimamente. Sí, voy gustoso y gozoso siguiendo el camino trazado por mi
               Redentor, de quien es mi vida, sea que viva o la ofrezca aquí.
                      -¡Ay, amigo querido! ¿No consideras tu vida?

                      -¡Yo amo a mi Salvador más que mi vida!
                      -Mira, Marcelo, el camino está abierto delante de ti. Huye velozmente. Corre, y salva tu
               vida.
                      Lúculo le dijo esto apuradamente en voz baja, abriéndole el paso mientras los soldados
               estaban como a veinte pasos atrás. Había toda la oportunidad de escapar.

                      Marcelo presionó la mano de su amigo.
               -No,  Lúculo,  lejos  sea  de  mí  salvar  mi  vida  con  tu  deshonra.  Reconozco  y  amo  ese  tu  gran
               corazón que todo lo pospone por el amigo, pero no voy a crearte dificultades por mi amistad.
                      Lúculo suspiró y siguió en silenciosa reflexión.



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               LA TENTACION


               Todo esto te daré si postrado me adorares.



                      AQUELLA NOCHE LÚCULO permaneció en la celda con su amigo. Buscó todos los
               argumentos  posibles  para  disuadirlo  de  su  resolución.  Apeló  a  todos  los  motivos  que
               comúnmente influyen en los hombres. No hubo un solo medio de persuasión que él no empleara.
               Todos fueron en vano. La fe de Marcelo se hallaba firmemente apoyada, pues estaba fundada
               sobre la Roca de los Siglos, y ni la tormenta de las violentas amenazas, ni los más tiernos influjos
               de la amistad, pudieron debilitar en lo mínimo su consciente determinación.
                       -No -dijo él-, mi ruta está trazada y yo la he elegido. Sea dolor o alegría que me venga en
               esta  tierra,  yo  seguiré  hasta  el  fin.  Yo  sé  bien  lo  que  me  espera.  He  pesado  todas  las
               consecuencias de mis acciones, y a despecho de todo yo seguiré tal como lo resolví.
                      -Lo que te pido es la cosa más sencilla -dijo Lúculo-. No quiero que dejes tu religión para
               siempre, sino sencillamente por el momento. Se ha desencadenado una enfurecida persecución, y
               ante tan terrible furia todos deben caer, sean jóvenes o viejos, nobles o esclavos. Tú bien has
               visto que no se respeta clase ni edad. Polio podría haber sido salvado si hubiera sido posible,
               pues había una gran simpatía en su favor.
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