Page 100 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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Pero Aquiles elige la opción contraria: la vida breve y
la gloria para siempre. Escoge marcharse lejos, abandonar
lo todo, arriesgarlo todo, entregarse anticipadamente a la
muerte. Quiere figurar en el pequeño mundo de los elegi
dos que se despreocupan de la comodidad, de las riquezas
y los honores comunes, pero que quieren triunfar en unos
combates en que está en juego, en cada ocasión, su propia
vida. Afrontar en el campo de batalla a los adversarios más
aguerridos es ponerse a sí mismo a prueba en un concurso
de valor en el que cada uno debe mostrar lo que es, mani
festar a los ojos de todos su excelencia, una excelencia que
culmina en la hazaña guerrera y demuestra su realización
en la «hermosa muerte». Al perecer en pleno combate, en
plena juventud, las fuerzas viriles, la valentía, la energía, la
gracia juvenil permanecerán intactas y no conocerán la
decrepitud de la ancianidad.
Es como si, para brillar en toda la pureza de su res
plandor, la llama de la vida tuviera que alcanzar tal punto
de incandescencia que se consumiera en el instante mismo
en que se enciende. Aquiles elige la muerte gloriosa, que
mantendrá intacta toda su belleza juvenil. Vida acortada,
amputada, mermada, pero gloria imperecedera. El nom
bre de Aquiles, sus aventuras, su historia y su persona per
manecen vivos para siempre en la memoria de los hom
bres mientras las generaciones se suceden a lo largo de los
siglos y desaparecen una tras otra en la oscuridad y el si
lencio de la muerte.
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