Page 117 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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al  carnero,  la sangre  está a punto para ser bebida.  Enton­
        ces ve acercarse a la multitud de los que no son  personas,
        que  son  útis,  como  él  pretendió  en  su  momento,  los  sin
        nombre, los nónymnoi,  los que ya no tienen rostro, que ya
        no son visibles, que ya no son nada. Forman una masa in-
        diferenciada de  seres  que  antes  han  sido  individuos,  pero
        de los que ya no se sabe nada.  De esa masa que desfila de­
        lante de él sube un  rumor terrorífico  e indiferenciado.  No
        tienen nombre,  no hablan, es un ruido caótico. Ulises está
        muerto de miedo ante el espectáculo, que se presenta a sus
        ojos y sus oídos como la amenaza de una disolución com­
        pleta en  un  magma informe;  su palabra,  tan  hábil,  es  so­
        focada en un rumor inaudible; su gloria,  su reputación, su
        celebridad,  corren  el  riesgo  de  quedar  olvidadas,  de  per­
        derse en aquellas tinieblas. Aparece, sin embargo, Tiresias.
            Ulises  le  hace  beber  la  sangre,  y Tiresias  le  anuncia
        que  regresará a su casa,  donde  le  espera Penélope, y le da
        también noticias de todos los demás. Agamenón ha muer­
        to.  Ulises  ve  también  los  espectros  de  cierto  número  de
        héroes,  así como el de su madre, y reconoce a Aquiles y lo
        interroga.  Después  de  beber un poco de esa sangre que le
        devuelve  la  vitalidad  a  los  muertos,  Aquiles  habla.  ¿Qué
        dice, en ese momento exacto en que todo el mundo canta
        su gloria, en que su kléos,  su celebridad,  brilla con luz des­
        lumbrante  en  el  mundo  entero,  en  que  es  el  modelo  de
        héroes y en que se pretende que su superioridad se conoce
        incluso  en  los  infiernos?  Escuchémosle:  «Preferiría  ser  el
        último  de  los  campesinos  sucios  y  desastrados  que  se  re­
        vuelcan en los estercoleros, el hombre más pobre vivo bajo
        la  luz del  sol,  que ser Aquiles  en  este  mundo  de tinieblas
         que es  el  Hades.»  Lo  que  dice Aquiles  en  la  Odisea es  lo
        contrario  de lo  que  proclamaba la Ilíada: Aquiles,  se  afir­
         maba,  tenía  que  elegir  entre  una  vida  breve  y  gloriosa  y
         una vida larga pero sin gloria, y no había tenido el menor

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