Page 118 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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titubeo ni la menor duda: había que elegir la vida gloriosa,
la muerte heroica en plena juventud, porque la gloria de
una vida breve que se realizaba en una hermosa muerte
valía mucho más que cualquier otra cosa. Ahora dice exac
tamente lo contrario. Una vez muerto, si siguiera pudien-
do elegir, preferiría ser un miserable y astroso campesino
de las comarcas más desheredadas de Grecia que el gran
Aquiles en el mundo de los muertos.
Ulises oye esta confesión y después se va. Pasa de nue
vo por la casa de Circe, que le acoge sin reservas y lo ali
menta de nuevo, a él y a sus compañeros; les ofrece pan y
vino y después les indica el camino que han de seguir. En
especial, la manera como tendrán que afrontar el terrible
peligro de las Rocas errantes, las Plánctes, unas rocas que
no están fijas y se juntan en el momento en que se pasa
entre ellas. Para evitarlas, tendrán que navegar entre Ca-
ribdis y Escila. Caribdis es una caverna submarina que
amenaza con engullirlos, y Escila una roca que sube hacia
el cielo donde se oculta un monstruo que atrapa y devora
a su presa. Circe le indica también que cruzarán no sólo
las rocas gigantes, con la difícil elección entre los dos peli
gros, Caribdis o Escila, sino que se encontrarán también
con las Sirenas, en dos pequeños islotes. Cualquier nave
que pase delante de ellas y oiga su canto está perdida, por
que los marineros no se resisten al hechizo de su canto y
su nave acaba entonces chocando con los escollos. Ulises,
a bordo de su nave, llega a la altura de la roca que alberga
a las cantantes.
¿Qué hace el ingenioso Ulises? Busca cera y, en el mo
mento en que descubren el pequeño islote en el que están
recostadas las Sirenas, que son unos pájaros-mujeres o
unas mujeres-pájaros, cantantes de hermosa voz, tapona
las orejas de todos los miembros de su tripulación con ce
ra, para que no oigan nada, pero él no renuncia a hacerlo.
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