Page 180 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
P. 180

Edipo  se  compromete  solemnemente  a  iniciar  su  in­
         vestigación para comprender los motivos del mal y erradi­
         car aquel azote.  En ese momento,  regresa la embajada en­
         viada  a  Delfos.  El  oráculo  ha  anunciado  que  el  mal  no
         cesará  hasta  que  el  asesinato  de  Layo  sea  vengado.  Por
         consiguiente, es preciso encontrar, castigar y expulsar defi­
         nitivamente  de Tebas,  excluir  de  la  tierra  tebana,  separar
         de ello para siempre, a aquel que tiene las  manos mancha­
         das  con  la  sangre  de  Layo.  Cuando  Edipo  lo  oye,  asume
         de nuevo  un  solemne compromiso:  «Buscaré y descubriré
         al culpable.» Edipo es un hombre ducho en pesquisas,  un
         interrogador,  un  inquisidor.  De  la  misma  manera  que  ha
         abandonado Corinto  para salir a la aventura,  es  un  hom­
         bre  para el  cual la aventura de  la  reflexión y el cuestiona-
         miento  está siempre  al  alcance de  la  mano.  Es  imposible
         detener a Edipo. Así pues,  emprenderá una investigación,
         a la manera de una investigación policial.
             Toma  unas  primeras  medidas,  hace  saber  que  todos
         aquellos  que  puedan  aportar  informaciones  deben  hacer­
         lo,  que todos  aquellos  que presuman  de estar en contacto
         con un  presunto asesino están  obligados a expulsarlo, que
         el  asesino  no  puede  permanecer  en Tebas,  ya  que  su  cri­
         men  causa el  mal de la ciudad.  Hasta que el  asesino  haya
         sido separado y expulsado de las casas,  los santuarios y las
         calles,  Edipo  no  cesará  de  buscarlo.  Tiene que saber.  Co­
         mienza la investigación.  Creonte explica al pueblo que Te­
         bas dispone de un adivino profesional que sabe descifrar el
         vuelo de los pájaros y,  tal vez, gracias a la inspiración divi­
         na,  pueda  conocer la verdad:  es  el viejo Tiresias,  Creonte
         desea que se le llame y se le interrogue sobre los aconteci­
         mientos. Tiresias no  tiene ganas de comparecer, de ser in­
         terrogado.  Lo  llevan  de  todos  modos  a  la  plaza  pública,
         delante del pueblo de Tebas, delante del consejo de los an­
         cianos y delante de Creonte y Edipo.


                                                              183
   175   176   177   178   179   180   181   182   183   184   185