Page 293 - Mahabharata
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hermanos y su reina como consecuencia de un juego de dados. Puedes considerarme
como el alma de Yudhisthira, así de queridos éramos el uno para el otro. Mi nombre es
Kanka, y solía pasar todo el tiempo junto a Yudhisthira. Soy muy aficionado al juego de
los dados, igual que lo era él, pero ahora aún soy más experto que en aquel tiempo en el
que jugó y perdió todo lo que tenía. Mientras vivía con él era su consejero y el nunca
tomaba ninguna decisión sin consultarme. Pero Yudhisthira ahora está en el exilio y me
apena la fatalidad que le ha sobrevenido a él y a sus hermanos. Así pues, he venido a ti
en busca de ayuda, porque me han dicho que eres como rey tan noble como Yudhisthira;
es por eso que he venido a ti. Ahora no tengo a nadie; no tengo padre, ni madre, ni nadie
que dependa de mí, ni tampoco tengo pertenencias. Hoy por hoy, la felicidad y la tristeza
tienen para mí el mismo valor. El placer y el sufrimiento, son para mí lo mismo. Yo estoy
libre de todo deseo, y he venido a ti en busca de paz. ¿Puedo obtenerla?
Virata quedó impresionado por la forma tan digna en la que se expresaba Yudhisthira.
Sus ojos expresaban reverencia hacia él y le dijo:
—Has honrado nuestra ciudad con tu presencia. Me complace tenerte conmigo. Yo
también soy muy aficionado a los dados y me complace poder contar con un jugador
que pueda enseñarme a jugar tal y como se debe. Puedes usar mi reino y mis riquezas
como si fueran tuyas.
Yudhisthira dijo:
—Oh rey, yo no tengo necesidad de riquezas, tan sólo hay un don que quiero pedirte.
No comeré alimentos que hayan sido tocados por alguien, y sólo comeré una vez por la
noche. He hecho el voto de respetar esta regla durante un año. Espero que no te sientas
ofendido por mi extraño comportamiento.
El rey aceptó la condición y de este modo concluyó el primer encuentro entre los dos
reyes.
Capítulo III
LOS PANDAVAS EN VIRATA
NOS días más tarde, Bhima entró en la ciudad de Virata llevando un cucharón en la
U mano. Anduvo por las calles de la ciudad hasta que llegó al palacio del rey. Todos
estaban sorprendidos por su físico; era fuerte y corpulento. Con mucha calma entró al
palacio y llegó a la corte del rey. Nadie se atrevió a impedirle el paso. El rey lo vio y le
gustó su apariencia. Bhima se acercó al trono y dijo:
—Que Dios bendiga al rey de los Matsyas. Mi señor, he venido a tu corte porque he
oído de tu noble naturaleza y tu simpatía hacia aquellos que están en dificultades. Yo
soy un excelente cocinero; ya sé que no está bien hablar de uno mismo, pero lo tengo
que hacer dado que no tengo a nadie para recomendarme. Sé cocinar mil diferentes