Page 297 - Mahabharata
P. 297
4. Virata 277
—Nuestra reina quiere que entres.
Draupadi entró al palacio deteniéndose ante la reina. Aún sostenía su pelo con su
mano derecha, lo entrelazó en una trenza y lo puso a su espalda. Vio cómo la reina se
levantaba de su asiento, mientras su cuerpo aún temblaba por la experiencia que había
tenido en la calle. Que la multitud se burlara de ella fue un insulto que tuvo que soportar.
Sudeshna estaba muy conmovida por la mirada tímida de los ojos de Draupadi. La cogió
de la mano y la hizo sentarse a su lado, preguntándole:
—Eres muy hermosa, ¿cómo es que estás sola? ¿cómo es que no estás casada? ¿cómo
puede resistírsete algún hombre? ¿Por qué has venido a nuestra ciudad? ¿De dónde
vienes?
Draupadi dijo:
—Mi reina, he venido hasta ti para ganarme la vida. Soy una artista en el arte de la
decoración. Era la doncella personal de Draupadi, la reina de los pandavas. No tenía
dónde ir desde que se fueron al bosque. Mi exquisita sensibilidad ya no le es necesaria
a esa pobre y desafortunada reina. Habiendo oído hablar de tus buenas cualidades, he
venido a ti con la esperanza de que mis facultades sean de tu agrado, espero que mis
esperanzas no sean vanas.
La reina Sudeshna le aseguró que la mantendría en el palacio con ella y que esperaba
que fuera feliz. Le dijo:
—Puedes usar este palacio como si fuera tuyo. Si dices que has vivido con la reina de
los pandavas, debes haber gozado de muchos privilegios; puedes usar mi hermoso jardín
siempre que quieras estar a solas con tus pensamientos. Veo que has sufrido mucho.
¿Puedo preguntarte cuáles son tus problemas?
Las lágrimas de Draupadi comenzaron a fluir sin poder disimularlas, la reina la tomó
en su regazo y la confortó como si fuera una niña pequeña. Draupadi le dijo:
—Soy Sairandhri, tengo a cinco gandharvas como maridos, tuvieron que dejarme y
alejarse de mí por culpa de una maldición; la maldición acabará dentro de un año, me
siento infeliz porque hasta ahora nunca he estado separada de ellos. La reina pandava
solía decir que nos parecíamos incluso en esa cosa extraña de tener cinco maridos. Estoy
segura de que después de un año mis días oscuros se acabarán, me siento feliz de haber
hallado en ti a una hermana y a una madre.
Sudeshna permaneció en silencio por unos momentos, luego dijo:
—Tengo algo más que decirte, hay algo que me preocupa. Eres demasiado hermosa y
mi esposo el rey es muy susceptible al encanto femenino, ¿qué pasará si se enamora de
ti?
Draupadi le contestó: