Page 300 - Mahabharata
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                   Aquel incidente de Virata hizo que Bhima se convirtiese en el favorito del rey, incluso
               más de lo que lo había sido hasta entonces. Los pandavas estaban disfrutando del

               decimotercer año de su exilio; les iba todo bien.
                   En Virata hallaron la paz de la que no habían podido disfrutar desde hacía mucho
               tiempo; todos les trataban con afecto. Estaban tan acostumbrados a la injusticia y al
               mal trato que habían soportado en los últimos años, que el afecto del rey fue como un
               bálsamo para sus corazones lacerados; eran felices.
                   Los meses pasaron muy rápidamente. Habían pasado diez meses como si fueran diez
               días. El tiempo pasa demasiado rápido cuando uno es feliz y se alarga infinitamente si
               se es infeliz. Los doce años les habían parecido enormemente largos y, al final de ese
               período, los pandavas estaban pasando sin darse cuenta aquel decimotercer año que
               ya estaba tocando a su fin. Pensaron que sería el año más difícil, pero, por el contrario,
               resultó ser el año más feliz.


                                                        Capítulo VI
                                               EL SUEÑO DE RADHEYA


                    UANDO Lomasa vino a la tierra para encontrarse con Yudhisthira le trajo un mensaje
               C de Indra dirigido a él. Indra le decía: « Sé que en tu mente siempre tienes presente
               un temor: Radheya. Tienes miedo de que pueda matar a Arjuna. Radheya es un discípulo
               de Bhargava y es mejor arquero que Arjuna. Yo me encargaré de eso después de que
               Arjuna vuelva a la tierra. » Yudhisthira no le había contado esto a nadie. Indra recordó la
               promesa que le había hecho a Yudhisthira y decidió hacer algo que privara a Radheya de
               su poder.

                   Era el decimotercer año del exilio de los pandavas. Cierta noche, Radheya estaba
               durmiendo en su cama que era blanca como la nieve. Ya había llegado la medianoche,
               cuando el Sol, lleno de amor por su desafortunado hijo, le visitó en su sueño. Apareció
               con el disfraz de un brahmín y se dirigió a su hijo con un tono de voz dulce y compasivo
               y le dijo:
                   —Escúchame, Radheya, te diré algo que será para tu bien. Eres un hombre bueno y
               sincero y has tomado el voto de que quienquiera que se dirija a ti durante el mediodía,
               mientras haces tus adoraciones al Sol, le concederás todos sus deseos, no le permitirás
               volver con las manos vacías; sea lo que sea que te pida se lo darás. Nunca dices « no »
               a ninguna petición. Indra, el benefactor de los pandavas, aprovechándose de tu voto
               ha decidido dirigirse a ti mañana con una petición. Se presentará con el disfraz de un
               brahmín y te pedirá tu kavacha y tus kundalas; ¡no se los des! Tus kundalas te fueron
               entregados por alguien que los consiguió de Aditi y se te dieron como una protección
               especial. No te puedo decir quién te los dio porque no se me permite hablar de ello.
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