Page 301 - Mahabharata
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4. Virata                                                                                281


               Cuando Indra te pida que se los entregues, trata de ofrecerle otras cosas en su lugar,
               ofrécele tu reino entero, dile que darías todo excepto esas dos cosas. Si los kundalas

               son arrancados de tus oídos, tu vida se acortará y morirás pronto. El kavacha es una
               armadura contra el mismo destino. Con el kavacha eres invulnerable, nadie puede
               vencerte mientras lleves esas dos cosas; pero una vez que sean separadas de tu cuerpo
               serás vencido y morirás. Han sido sumergidos en el néctar de la inmortalidad, el divino
               Amrita, el alimento de los dioses. Si estimas tu vida, debes cuidar esas dos cosas.
                   Radheya estaba conmovido por la preocupación que se reflejaba en la voz del brahmín
               y le dijo:
                   —Me tienes mucho afecto, pero no puedes ser un brahmín ordinario, dado que
               puedes decirme lo que ocurrirá en el futuro. Por favor, dime quién eres. Pareces estar
               muy preocupado por mi bienestar. En este ancho y amplio mundo nadie me ha mostrado
               tanto afecto excepto mi querida madre Radha. Por ella vivo en este mundo de dolor.
               También Duryodhana me ama; sigo viviendo sólo porque quiero agradarle. Por mi
               parte, la vida no tiene ningún atractivo, soy inmune a las alegrías y dolores que me han
               ocurrido hasta ahora. Pero este amor que me tienes me hace sentir curiosidad por saber
               quién es la tercera persona que se preocupa de mí.

                   El Sol dijo:
                   —Soy Surya, el de los mil rayos de luz, te tengo un inmenso afecto y no quiero que
               seas engañado por tus enemigos. Es por eso que he venido a ti mientras el mundo está
               durmiendo, haz lo que te digo, te digo esto para que puedas tener larga vida.

                   Radheya cayó a sus pies y dijo:
                   —Mi señor, te he elegido como mi dios. No adoro a ningún otro dios, tú eres mi
               Ishtadaiva, me siento afortunado de haberte visto en persona. Eres mi benefactor y
               quieres que rehuse otorgar estas dos gracias, el kavacha y los kundalas, porque dices que
               significan para mí mi propia vida.
                   »Pero te diré algo. Tú eres el testigo diario del voto que he tomado. Cada día, cuando
               llegas al cénit, te adoro y cuando acaba mi adoración, espero que alguien me pida
               limosnas y otorgo todo lo que me piden. Mi señor, tú has estado observando este ritual
               durante años, tomé este voto cuando se adhirió a mi nombre el estigma de Sutaputra.
               Dije que ganaría conocimiento, fama y punya por el continuo intento. Aprendí el arte
               de usar el arco del más grande de los arqueros, lo cual fue inútil por el hecho de ser un

               sutaputra. Pero este voto que he tomado, me ha proporcionado mucho punya, este voto
               me ha dado una paz que no había experimentado durante mucho tiempo. Me siento
               feliz cuando entrego algo, cuanto más aprecio algo, mayor es la felicidad cuando lo doy.
                   »Estoy listo incluso para dar mi vida, si se me pide. Así pues, si mañana Indra viene
               a pedirme limosnas; limosnas que incluso reportarán ventajas a los pandavas; limosnas
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