Page 221 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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210 Parte II. — Doctrina espiritual de Abcnara bi
que el devoto puede fácilmente estimar lícitos, a título de órdenes o
preceptos emanados del mismo Dios, so pena de faltar al voto propio
de aquella morada; pero Abenarabi no omite el criterio eficaz para
disipar las ilusiones a que se presta.
Este peregrino voto carismático y la morada a que conduce traen
a la memoria aquel sublime concepto de la santa obediencia que San
Francisco de Asís—contemporáneo de Abenarabi—recomendaba a sus
discípulos, cuando les decía que debieran siempre estar prestos a hacer
la voluntad del prójimo, más que la propia, y amoldarse a todos sus
deseos y caprichos, sin resistir al mal en caso alguno.
El espíritu evangélico que brilla en la recomendación franciscana,
tanto como en su congénere de Abenarabi, parece, sin embargo, eclip-
sarse cuando se examina en conjunto la doctrina total de éste acer-
ca de los carismas. La morosa delectación con que Abenarabi los enu-
mera, clasifica y analiza, la puntual y pormenorizada solicitud que
pone en aducir para cada uno ejemplos vivos y plásticos de la tauma-
turgia más estupenda y desconcertante, la ciega y sistemática fe con
que atribuye a cada morada sus congruentes carismas externos e in-
ternos (milagros, profecías, iluminaciones, revelaciones, éxtasis y rap-
tos), nos hacen dudar un poco de su sincera renuncia y despego
a los favores divinos. Más que en los mystici majores de la igle-
sia cristiana, nos mueve esa doctrina a pensar en los alumbrados
de nuestro siglo xvi, insaciables rebuscadores de lo sobrenatural,
acuciados a todo evento por el ansia de la vanidad espiritual y el
exhibicionismo populachero. Esta sospecha, que la doctrina abstrac-
ta sugiere, agudízase ante el teatral espectáculo de la espirituali-
dad vivida que el mismo Abenarabi nos expone como un hecho real
y auténtico en su Risalat al-cods, en el Mawaqui y en el Fotuhat.
Una turba abigarrada de místicos alumbrados y milagreros pu-
lula por doquier a través de las villas y aldeas de Andalucía exhi-
biendo, con aparatosa publicidad a menudo, los dones sobrenatu-
rales con que Dios premia sus virtudes. Y Abenarabi, maestro, discí-
pulo o simple colega de estos santos taumaturgos, se deleita con el
minucioso relato de aquellos carismas, tanto como con la puntual des-