Page 224 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La renuncia de los carismas  213
       sobre el Nilo y volaba por los aires. San Pacomio tenía el don de pro-
       fecía para adivinar el porvenir, ver lo que ocurría a distancia y pene-
       trar el secreto íntimo de los corazones. Juan de Licópolis pronosticaba
       avenidas, muertes y victorias militares. Pablo  el simple y  el mismo
       Pacomio escudriñaban con certera visión el fondo de las conciencias,
       por los rasgos de la fisonomía, para convertir así a los pecadores. San
       Hilarión, en fin, conocía los vicios por el olor de los vestidos del pe-
       cador o el de los objetos que éste hubiese tocado.
          Pero al lado de estos hechos carismáticos, de que están llenas las
       vidas de los padres del eremo, una doctrina de cristiana reserva se insi-
       núa ya en los consejos de dirección espiritual dictados por los autores
       de las reglas monásticas, coherentes con  el criterio paulino  (1). El
       mismo San Pacomio y su discípulo Teodoro ocultaban los dones ce-
       lestiales, que de Dios recibían, y aconsejaban a los monjes su menospre-
       cio. El último afirmaba, a este respecto, que "si un hombre tiene fe
       sólida y cumple los preceptos, vale más que otro que posea el don de
       visiones". San Atanasio, en su Vida de San Antonio Abad, transcribe
       de éste la siguiente recomendación: "No hay que dar gran importan-
       cia a estos hechos extraordinarios. Guardaos de abrazar la vida mo-
       nástica para conocer el porvenir. Antes bien, buscad el agradar a Dios
       por una vida irreprochable." El abad Nesteros decía asimismo que no
       debe admirarse al que hace milagros, sino más bien a su caridad. Y
       Casiano, el fundador del monacato occidental, afirmaba en sus Colla-
       ñones, que no trataría en ellas de los carismas, porque más sirven
       para excitar la admiración que para mover a  la perfección,  la cual
       consiste en dominar las pasiones. San Macario, finalmente, precavía
       a sus monjes contra el peligro que en los carismas late, en una de sus
       homilías, diciendo: "Muchos hermanos han tenido el don de milagros,
       visiones y revelaciones; mas porque no llegaron a la caridad perfecta,

         (1)  Cfr,  /." ad Cor, XIII,  1-3: "Si linguis hominum loquar ct angelorurn,
       charitatem autem  non habeam,  factus sum  velut aes sonans aut cymbalum
       tinniens. Et si habuero prophefiam et noverim mysteria omnia et omnem scien-
       tiam;  et  si habuero omnem fidem  ita ut montes transferam, charitatem autem
       non habuero, nihil sum."
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