Page 142 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 142
—Cuando salimos a pasear con el señor Heathcliff me dijiste
que podía irme a donde quisiera para quedarte sola con él.
—¿Y a eso le llamas dureza? Era una indirecta para que nos
dejaras solos, porque nuestra conversación no era interesante
para ti —dijo Catalina, riendo
—No —replicó la joven. —Querías que me fuera porque sabías
que me agradaba estar allí.
—¿Se habrá vuelto loca? —me dijo la señora Linton. —Voy a
repetir nuestra conversación, palabra por palabra, Isabel, y
luego me dirás qué interés podía ofrecerte.
—No me importaba la conversación —repuso Isabel. Lo que me
interesaba era estar con...
—¿Con...? —interrogó Catalina.
—Con él, y por eso me hiciste marcharme —repuso Isabel. —Tú
obras como el perro del hortelano, Catalina, y no puedes
soportar que amen a nadie más que a ti misma.
—Eres una impertinente —dijo la señora Linton. No puedo creer
en tanta estupidez. ¿Es posible que desees que Heathcliff te
admire y que le consideres un hombre agradable? Supongo que
no...
—Le amo más de lo que tú puedas amar a Eduardo —contestó
la muchacha —, y estoy segura de que él me amaría si tú no te
mezclaras entre ambos.
142