Page 147 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 147
de mí ni aun en broma. Señor Heathcliff, tenga la bondad de
pedir a su amiga que me deje. Ella olvida que usted y yo no
somos amigos íntimos y que a mí me disgusta lo que la divierte
a ella.
Pero el visitante no contestó. Tomó asiento, indiferente a la
admiración que había despertado. Isabel se volvió a su cuñada
y le rogó que la dejase en paz.
—¡Quia! —respondió la señora Linton. —No quiero que me
llames otra vez el perro del hortelano. Tienes que quedarte.
Heathcliff, ¿no te congratulan mis agradables noticias? Isabel
dice que el amor que Eduardo siente hacia mí no es nada en
comparación al que siente hacia ti. Dijo algo parecido, ¿verdad,
Elena? Y no ha querido comer desde que ayer le hice separarse
de tu lado.
—Me parece —dijo Heathcliff, volviéndose hacia ella —que no
está de acuerdo contigo y que, al menos por ahora, no siente
deseo alguno de estar a mi lado.
Y contempló fijamente a Isabel con la expresión con que
pudiera mirar a uno de esos extraños y repulsivos animales que
se contemplan por su rareza a pesar de la repugnancia que
producen. La jovencita no podía más. Se ruborizó y palideció en
el espacio de pocos segundos y, al ver que no lograba desasirse
de Catalina, esgrimió sus uñas y trazó en la piel de su cuñada
varios sangrientos arañazos.
147