Page 154 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 154
a la casa, y, creyendo que nadie le veía, tuvo el descaro de
besar a Isabel.
—¡Oh, judas, traidor! —proferí. —¿Conque eres también un
villano, un hipócrita seductor?
—¿Qué pasa, Elena? —dijo Catalina, que entraba en aquel
momento, sin que yo, absorta en la escena que contemplaba, lo
hubiese notado.
—¡Su miserable amigo! —exclamé furiosa. —¡El villano Heathcliff!
Ya entra; nos ha visto... ¡A ver qué excusa le da a usted para
explicarle por qué hace el amor a la señorita después de haber
dicho que la despreciaba!
La señora Linton vio cómo Isabel se soltaba y echaba a correr.
Heathcliff entró inmediatamente. Yo di rienda suelta a mi
indignación, pero Catalina me mandó callar, amenazándome
con expulsarme de la cocina.
—¡Cualquiera diría que tú eres la señora! —exclamó. Procura no
meterte en lo que no te importa —y agregó, dirigiéndose a
Heathcliff—: ¿Qué te propones? Ya te he advertido que dejes en
paz a Isabel. Prescinde de hacerlo, a no ser que te hayas
cansado de venir aquí y quisieras que Linton te prohíba la
entrada.
—¡Dios lo quiera! —contestó el rufián. —¡Le odio cada día más!
Si Dios no le conserva paciente y pacífico, acabaré por no
resistir el deseo que siento de enviarle al otro mundo.
154