Page 222 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 222
criados que avanzaban en grupo por el camino. El señor Linton
los seguía a corta distancia. Abrió por sí mismo la verja. Parecía
extasiado en contemplar la belleza de la tarde estival y aspirar
sus suaves perfumes.
—Ya ha llegado —exclamé—, ¡Baje enseguida, por Dios! No
encontrará usted a nadie en la escalera principal. Ocúltese
entre los árboles hasta que el señor haya entrado.
—Debo irme, Catalina —dijo Heathcliff, separándose de sus
brazos.
—Pero, de no morirme, te volveré a ver antes de que te hayas
dormido... No me separaré ni cinco metros de tu ventana.
—No te irás —repuso ella, sujetándole con todas sus fuerzas. —
No tienes por qué irte.
—Vuelvo antes de una hora —aseguró él. —La señora insistió:
—No te vayas ni un instante.
—Me es forzoso marcharme —repitió, alarmado, Heathcliff. —
Linton estará aquí dentro de un momento.
Por su deseo, él se hubiera levantado y desprendido de ella a
viva fuerza; pero Catalina le sujetó firmemente, mientras
pronunciaba expresiones entrecortadas. En su rostro se
transparentaba una decidida resolución.
—¡No! —gritó. —¡No te vayas! Eduardo no nos hará nada. ¡Es la
última vez, Heathcliff, me muero!
222